Le he pedido: Échanos una mano con la JMJ - Alfa y Omega

Le he pedido: Échanos una mano con la JMJ

El cardenal Rouco nos recibe en Roma, poco después de la beatificación de Juan Pablo II

Redacción

¿Cuál es su valoración de la ceremonia de la beatificación y de los actos en torno a ella?
Fue una celebración con la solemnidad habitual, afinada en muchos aspectos, algo que tiene mucho que ver con la personalidad de Benedicto XVI, que dijo una homilía realmente para repasar. Se lo decía a alguien: ¿Tú quieres conocer mejor a Juan Pablo II, a partir de ahora? Léete y medita la homilía de Benedicto XVI. No sólo la ha envuelto en ese marco vivo y existencial basado en el trato diario, de 22 años junto a él, y de lo que lo conocía, y cómo lo caracterizó: sus intuiciones, su hondura espiritual, su ejemplo, la lección de ser un gran orante, su plegaria, que siempre le emocionaba y le impresionaba al Papa actual; además, da varias claves para interpretar su personalidad y su pontificado, dentro del marco litúrgico del domingo de la Divina Misericordia. La primera es la clave de la fe en Cristo: el don de la fe, la herencia, el tesoro de la fe, y cómo la fe vive de la hondura de un alma orante y un alma abierta a Dios, y cómo así te encuentras con Él, a pesar de que no se le toca y no se le ve. Luego está la clave de la centralidad de todo el magisterio de Juan Pablo II en el misterio de Cristo, cosa que también ocurre con el propio Benedicto XVI, pero con una nota muy interesante: que subraya esta centralidad cristológica como la forma mejor para entender lo que supuso Juan Pablo II en la recta interpretación del Concilio Vaticano II, en la puesta en marcha del Concilio para el tercer milenio, con vistas al futuro, porque el Santo Padre ha hecho también una referencia explícita al futuro.

¿Cómo ve, a su juicio, ese futuro?
Él habló del primado de la búsqueda de la verdad, de la aceptación de la verdad, que es imposible conocerla y acogerla plenamente sin la fe; habló de la esperanza, e hizo esa alusión tan bella a aspectos del magisterio de Juan Pablo II, pero retomados por Benedicto XVI, sobre todo en la encíclica Spe salvi, como que la Historia se transciende a sí misma en virtud de Cristo. Si quieres vivir el tiempo bien, lo tienes que vivir de tal manera que sepas que el tiempo te sirve para trascenderte a ti, trascender los bienes de este mundo, trascender el tiempo y llegar a ese tiempo que es más que Historia, que desborda la Historia y se convierte en eternidad. Y, luego, el primado de la caridad también lo subrayó muchísimo. ¿El futuro? El de las virtudes teologales, centradas en el misterio de Cristo.

En el momento en que ha sido proclamado Beato el Santo Padre Juan Pablo II, usted, como obispo, como cardenal, como Presidente de la Conferencia Episcopal Española, ¿qué ha sentido?
Está uno en un momento en que los sentimientos no se producen a golpe de efectos, sino que te envuelven todo el tiempo. A mí, toda la celebración me ha producido una emoción desbordante, no sólo ese momento. Yo era obispo cuando Juan Pablo II fue elegido Papa, llevaba prácticamente dos años de obispo; me habían consagrado el 31 de octubre de 1976, y él fue elegido el 18 de octubre de 1978. Después, todos mis años de ministerio episcopal han sido años de su pontificado; él fue el que me nombró arzobispo de Santiago, el que me nombró arzobispo de Madrid. Aunque no haya tenido el trato cercano de los cardenales que trabajaban con él, sobre todo el cardenal Ratzinger, fueron muchos los contactos como para no sentirme incluso humanamente tocado, emocionado.

¿Y de cara a la JMJ Madrid 2011?
Yo se la encomendé a él ya antes de terminar: Échanos una mano. Él la va a marcar mucho. Ayer salió mucho en la Vigilia de Oración la próxima JMJ.