Esta Semana Santa no es igual - Alfa y Omega

Esta Semana Santa no es igual

Pedro J Rabadán
Foto: EFE/EPA/Khaled Elfiqi

Por el pasillo central de esta iglesia de San Jorge, en Tanta (Egipto), como en las iglesias de todo el mundo, las palmas y los ramos de olivo son signo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Con alegría, los cristianos reciben al Salvador dando inicio a la Semana Santa. El Daesh había colocado una bomba debajo de uno de los bancos cerca del altar. Explotó cuando el templo estaba lleno de fieles. La imagen lo dice todo. Las salpicaduras en paredes y columnas, el suelo rojo con los restos de la destrucción, ramos chamuscados, las cintas de la Policía delimitando la zona del atentado. Dos horas más tarde, un terrorista suicida intentó entrar en la catedral de San Marcos en Alejandría. Cuatro agentes le interceptaron. Uno de ellos llegó a abrazar al terrorista para que no accediese al interior, donde iba a comenzar la Misa. En ese momento, hizo estallar su cinturón de explosivos. Cerca de 50 personas han muerto en los dos atentados. Mártires que ya están en el cielo con el mismo al que honraban con sus palmas.

No va en el carné. No debe ir implícito. Parece que si se es cristiano, eso implica que puedes ser objeto de atentado del yihadismo. Se sobreentiende y eso genera menos condenas internacionales, menos medidas de seguridad, menos apoyo. Yo, personalmente, me rebelo contra eso. En Egipto, más aún. Ya ocurrió en Navidad, ahora en Semana Santa. Quieren vaciar las iglesias de cristianos sembrando el terror con bombas. El terrorismo los mata, la sociedad a menudo los margina. Persecución y discriminación a un 10 % de la población, arraigada en esas tierras desde el siglo IV. Son sufrientes; saben qué es vivir de forma valiente sus creencias en territorio hostil. «No necesitamos más condenas del terrorismo, necesitamos más seguridad», se lamenta una copta de Alejandría tras el atentado. Todos ellos seguirán firmes en la fe, animados también por la próxima visita de Francisco a El Cairo los días 28 y 29 de abril.

No dejo de imaginar cómo estaba yo con mi familia en la parroquia de mi barrio celebrando el Domingo de Ramos. Podría haber ocurrido allí. Por ese pasillo central o en la escalinata de entrada, con mi párroco, con mis amigos, con mis hermanos… Sí, los coptos también son hermanos. No se puede pasar la página como si esta fuera una noticia más. Ellos son nosotros. Esta Semana Santa no puede ser igual, ni en los oficios, ni en las procesiones, ni en las visitas a los monumentos, ni el vía crucis, ni tampoco la Pascua. Estos mártires del siglo XXI han dado su vida por preservar la misma fe que estamos celebrando aquí. Con ellos, pasión y muerte, a la espera de la Resurrección.