La gratuidad cristiana - Alfa y Omega

Si, en noviembre del año 2008, Carmina Martín Berzal era noticia, al ser distinguida con la Cruz de la Orden de San Gregorio Magno, hoy recibimos la triste nueva de su fallecimiento, el pasado día 25 de abril.

Carmina no sabía que el 25 de abril de 2011, lunes de Pascua, era su hora de salir de este mundo al Padre, pero a las nueve de la mañana tenía encendida la lámpara. A lo largo de su vida, de día y de noche, puso todo su empeño y toda su ilusión en mantenerla así. Su entrega sin reservas se hizo vida en ella, y lo que ofrecía siempre y a todos era un trocito de su vida con un amor claramente visible.

Carmina ha vivido 50 años trabajando al servicio de la Iglesia; su vida ha sido una respuesta de entrega total a Dios en la diócesis de Madrid, como Auxiliar del Apostolado. En el Congreso Eucarístico de Barcelona (1950), conoció esta vocación apostólica y seglar, y supo que ésta era su vida. Su vida apostólica la ha desarrollado en diferentes ámbitos eclesiales: parroquias, actividades diocesanas, y secretariado diocesano femenino de Cursillos de Cristiandad. Su cercanía al ministerio sacerdotal le vino muy pronto por parte de sus dos hermanos sacerdotes, don Doroteo y don José Luis, con los que colaboró y se implicó activamente en el desarrollo de sus trabajos pastorales.

Su trabajo profesional lo ha desarrollado en diversas tareas en las oficinas del Arzobispado de Madrid. Ha sido estrecha colaboradora de los cuatro últimos arzobispos de la sede madrileña. Su trato cercano con los sacerdotes se acentuó en 1995, cuando pasó a trabajar como secretaria de la Vicaría Episcopal para el Clero. Su labor callada, discreta y servicial, ha escrito capítulos fundamentales para la vida de la Iglesia diocesana en Madrid.

Por su trabajo silencioso y eficaz, fue galardonada por el Papa Juan Pablo II con la Cruz Pro Ecclesia et Pontífice, y por Benedicto XVI con la Cruz de la Orden de San Gregorio Magno. En sus palabras de agradecimiento por esta última distinción, decía que sólo encontraba una explicación para tantos años de entrega: Dar gratis lo que gratis había recibido: éste fue su secreto, el compromiso de una seglar que, escogida por Dios, vive entregada sin reserva a Él para su gloria y para su reino. Es decir, entregada al Amor que es Dios mismo, manifestado en Cristo. Así lo expresaba ella misma en aquella ocasión: «Tengo una gran noticia que daros y que puede transformar nuestra vida: Dios nos ama apasionadamente; no tenemos amor, sino que el amor nos posee; no tenemos amor, sino que vivimos en el amor. Y el que no ama se desvirtúa y se arruga; es un boceto de hombre equivocado. Cristiano no es el que cree en Dios, sino el que cree que Dios es amor, que Dios-Amor se ha manifestado en Jesucristo, que en Jesucristo somos amados y salvados, que nuestra vida consiste en amar».

El próximo lunes, día 9 de mayo, en la catedral de la Almudena, de Madrid, a las 20 horas, tendrá lugar el funeral por su eterno descanso.

Justo Bermejo del Pozo
Vicario Episcopal para el Clero, archidiócesis de Madrid