Belleza que construye historia - Alfa y Omega

Este fin de semana se abre una nueva edición de EncuentroMadrid (EM), un evento difícil de etiquetar porque muestra unidas, en su raíz, dimensiones de la experiencia cristiana que a veces se contraponen o aíslan: la cultura, la caridad, la fiesta, el diálogo, la amistad, y sobre todo la misión, entendida como testimonio y encuentro con cualquiera que esté interesado en el significado de la vida.

El hilo conductor de este año es la belleza, precisamente como camino que nos permite alcanzar ese significado. Heridos por la belleza, afirma el lema de esta edición, como advirtiendo que esta belleza, de la que se hablará y que se podrá ver y tocar, no nos puede dejar tranquilos, es siempre un reclamo a ir más allá. Dice el padre Mauro Lepori, abad general de la Orden Cisterciense, que la belleza nos hiere porque reclama siempre a un amor traicionado, revela una distracción y así nos pone en movimiento.

Según el padre Lepori, uno de los invitados centrales del EM, la gran tentación cuando empieza a derrumbarse una época es vivir de la nostalgia del pasado, o estar afligidos por el temor al futuro. Es algo que liga misteriosamente a san Benito con la circunstancia de nuestro momento histórico. De hecho él se preocupó de vivir el presente con intensidad y belleza a través de la oración, el trabajo y la vida comunitaria.

La vía de la belleza no tiene nada que ver con el esteticismo. La belleza de las comunidades cristianas en Siria o Irak está surcada por el dolor: de eso darán testimonio el franciscano Ibrahim Alsabagh, párroco en Alepo, y el sacerdote sirio-católico Behnam Benoka, responsable de varias iniciativas de caridad entre los refugiados cristianos en el Kurdistán iraquí. Allí el sufrimiento no ha impedido que florezca la humanidad que nace de la fe. La verdadera belleza puede abrirse paso también a través de los cascotes del fracaso humano, como reflejará la exposición dedicada al sistema brasileño de cárceles APAC, en las que no hay guardias y los presos son corresponsables de su recuperación. Mientras las grandes cárceles brasileñas son un polvorín, en APAC los presos no intentan escapar. Allí han encontrado una mirada de misericordia.

En un tiempo marcado por la confusión y el miedo, el encuentro con la verdadera belleza hace posible recuperar el hilo de lo humano. Es algo que debe plasmar también la forma del testimonio cristiano.