El cuidado de las vocaciones sacerdotales: reto permanente para la Iglesia - Alfa y Omega

El cuidado de las vocaciones sacerdotales: reto permanente para la Iglesia

Se ha presentado en el Vaticano el documento Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal, elaborado tras un amplio proceso de consulta a los Episcopados de todo el mundo. El texto pone el acento en la necesidad de que la Iglesia entera se vuelque en la pastoral vocacional, y analiza, desde un punto de vista crítico, las distorsiones que hoy existen sobre la figura del sacerdote. Además, insiste en el mensaje de que sólo son aptos para el sacerdocio candidatos con plena madurez afectiva

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En la presentación, intervinieron el cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica; el arzobispo Jean-Louis Brugués, OP, y monseñor Angelo Vincenzo Zani, respectivamente, Secretario y Subsecretario del mismo dicasterio.

El cardenal ilustró el documento, solicitado tras la Asamblea Plenaria de esa congregación, en 2005, y elaborado, a partir de 2008, gracias a las respuestas y sugerencias de las diversas Conferencias Episcopales, que se tradujeron en el texto actual, cuya publicación fue autorizada por el Santo Padre el 25 de marzo de 2012, vigésimo aniversario de la exhortación apostólica Pastores dabo vobis.

Retos y dificultades

El documento consta de tres partes: la primera, examina la situación actual de las vocaciones al sacerdocio en el mundo y la pastoral encargada de ellas; la segunda analiza la identidad del ministerio sacerdotal, y la tercera propone sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones. La clave de lectura del texto, apuntó el Prefecto, podría ser: «El cuidado de las vocaciones al sacerdocio, es un reto permanente para la Iglesia».

La primera parte indica tres razones que contrastan con la pastoral vocacional, evidentes, sobre todo en las Iglesias de antigua tradición cristiana de Occidente: la disminución demográfica y la crisis de la familia; la difusión de la mentalidad secularizada; las difíciles condiciones de vida y del ministerio del sacerdote.

«Considerando dichas dificultades -señaló el cardenal- se enumeran las condiciones necesarias para que la gracia de la llamada encuentre un terreno fértil en la Iglesia y la apertura de los jóvenes a la vocación sacerdotal: encontrar un terreno fecundo de vida cristiana en la comunidad eclesial; la función insustituible de la oración; el valor de la pastoral integrada; un nuevo empuje de evangelización y misión; el papel central de la familia; el testimonio coherente y feliz de los presbíteros; la eficacia educativa de las experiencias de voluntariado; el valor de las escuelas y universidades».

El sacerdocio, más que un oficio

El arzobispo Bruguès explicó que, en la segunda parte, se abordan «algunos elementos específicos que se deben resaltar en nuestra época, ya que se ven amenazados u oscurecidos, tanto por las dificultades de la vida de la Iglesia, como por la cultura contemporánea, que pueden causar desviaciones en la valoración de la vocación al sacerdocio ministerial».

Entre ellos están «la tendencia a una transformación progresiva del sacerdocio en profesión u oficio», que puede llevar aparejada la «peligrosidad del activismo exasperado; el creciente individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de Dios».

El segundo apartado subraya que la vocación al sacerdocio ministerial se enmarca «en el ámbito del diálogo de amor entre Dios y el ser humano. Un diálogo que, si por una parte es el mismo de cualquier vocación cristiana, por otra asume los rasgos característicos de la llamada a una relación típica, estable y muy exigente con Jesús mismo, único modelo del sacerdocio del Nuevo Testamento (…) Esta relación, nueva y específica con Jesús, hace entrar al llamado en una relación igualmente nueva y específica con la comunidad cristiana».

Vida comunitaria

Por último, el capítulo describe algunas características para la formación al ministerio sacerdotal, entre ellas «una prolongada experiencia de vida comunitaria para evitar nuevas formas de clericalismo, centralismo pastoral, o de servicios pastorales a tiempo parcial, o según las necesidades individuales; una plena integración y madurez afectiva porque hay que evitar propuestas vocacionales a los sujetos marcados por profundas fragilidades humanas; amplia y dócil participación en el contexto eclesial, caracterizada por un amor concreto por la propia Iglesia particular y por (…) una apertura generosa a la dimensión universal de la misión; el papel decisivo de los acompañantes vocacionales; la propuesta de figuras sacerdotales ejemplares».

Concluyó la presentación monseñor Angelo Vincenzo Zani, señalando que el documento reitera «que el campo fecundo de la siembra vocacional es una comunidad cristiana que escucha la Palabra, reza con la liturgia y testimonia la caridad». Asimismo, el texto «dirige a toda la Iglesia un llamamiento para reanudar con confianza su compromiso educativo para la acogida de la llamada de Dios al ministerio sacerdotal, que aún hoy debemos considerar difundido por su Providencia, y adecuado a las necesidades eclesiales y de la evangelización del mundo».