Debemos decir No a una cultura de la mentira - Alfa y Omega

Debemos decir No a una cultura de la mentira

Benedicto XVI inauguró el lunes la Asamblea Eclesial de la diócesis de su diócesis, Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán. Allí pronunció una Lección Magistral sobre el Bautismo, y planteó preguntas como: ¿Podemos imponer a un niño la religión? El Papa explicó también que la renuncia a Satanás, durante el rito bautismal, significa también renunciar a una «cultura, en la cual la mentira se presenta bajo la apariencia de verdad y de información»

RV

Bautizar quiere decir, antes que nada, quedar unidos a Dios en una nueva y única existencia, explicó el Papa. Esto comporta que Dios no está lejos sino que es una presencia viva de quien debemos tener conciencia.

Por otro lado, «ser bautizados no es nunca un acto solitario, para mí, sino que es siempre -necesariamente- un estar unido con todos los demás, un estar en unidad y solidaridad con todo el cuerpo de Cristo», añadió Benedicto XVI.

Para explicar el sentido del bautismo, el Papa habló sobre el rito sacramental, destacando dos elementos: la palabra y el agua, esta última símbolo de la vida nueva, pero también de la muerte mediante la cual se llega a la Resurrección, a la nueva vida. Con palabra del rito bautismal, con las renuncias, promesas, invocaciones…, el Bautismo se revela y se transforma en camino de vida: «En él, se realiza una decisión… Con estas palabras y también con los símbolos, el Bautismo se extiende a toda nuestra vida».

Benedicto XVI se detuvo entonces a reflexionar sobre las tres renuncias del rito bautismal: renunciar a las seducciones del mal -explicó- significa también hoy emanciparse de un modo de vivir en el que no cuenta la verdad, sino la apariencia; de «una cultura que no busca el bien, y cuyo moralismo en realidad es una máscara para confundir: crear confusión y destrucción. Y contra esta cultura, en la cual la mentira se presenta bajo la apariencia de verdad y de información, contra esta cultura que busca solo el bienestar material y niega a Dios, decimos No».

Renunciar al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios es admitir -añadió el Papa- que el pecado no es indiferente a Dios, no es una palabra ridícula, y que la libertad no es, como hoy se entiende, emanciparse de la fe y, por tanto, a final de cuentas, emanciparse de Dios. Dios nos ama, se hizo vulnerable hasta la muerte por nosotros y herirlo con el pecado, es vivir contra nosotros mismos y contra nuestra libertad.

Y finalmente, prosiguió el Santo Padre, renunciar a Satanás significa decir un a Dios, y un No al poder del Maligno, que se presenta a sí mismo como Dios en este mundo.

La última reflexión del Papa se refirió al Bautismo de los niños. Benedicto XVI lanzó esta pregunta: ¿Podemos imponer a un niño la religión?, a la cual, el Santo Padre respondió que el Bautismo no atenta contra la libertad, sino que justamente, en cuanto que es garantía del bien de Dios y de su protección sobre la vida, puede justificar también el don de la vida misma, la cual -ésta sí (la vida)-, nos es dada sin previo consenso.