En su mente no deja de resonar el grito de su hijo diciendo «papá» - Alfa y Omega

El domingo del Buen Pastor, al terminar la celebración de la Eucaristía, uno de los internos, Juan, me pide hablar conmigo para compartir la angustia y el dolor que siente al haberle fallado a su mujer y a su hijo de 10 años. En su mente no deja de resonar su voz y el grito de su hijo diciendo «papá».

El Evangelio le ha llevado a darse cuenta de que para ser feliz es necesario escuchar la voz del Pastor (Jesús) y ser como Él, que ama, conoce y da vida. Durante la segunda parte de la Misa no ha podido más que pensar en esa mujer a la que ama y en ese hijo que le espera, y ha escrito estas palabras que resumen su gran deseo de ser feliz:

«Hoy me he levantado y como todos los días desde hace más de un año tú no estás a mi lado; la soledad me invade, esa soledad inevitable que más duele, ya que es imposible evitarla aunque te rodeen amigos, colegas, conocidos o simplemente gente. Los días pasan siempre muy lentamente y, cuando un día parece que pasa más rápido, llega la noche e inevitablemente tu imagen viene a mí y me doy cuenta de que ni tú ni mi hijo habéis estado conmigo, que no estuvisteis ayer y que es imposible que estéis mañana; y me doy cuenta de que no puedo hacer nada para estar a vuestro lado, y que la realidad es que sigo solo y que, hasta que no os tenga, seguiré tristemente solo.

Solamente hay una cosa que me da fuerzas para seguir adelante y es que cada día de soledad me acerca un poco más a ese día en el que seré libre y podré estar a vuestro lado para siempre. Ahí, en ese preciso momento, morirá mi soledad, ya que solamente vuestra compañía, vuestro cariño y vuestro amor son capaces de matarla. Volveremos a estar juntos, todo será nuevo para mí, pero contigo y con nuestro hijo espero que al fin la vida cobre un sentido lógico y nos haga marcar un rumbo con el que, con un poco de suerte, podamos sentirnos felices.

Jesús, amigo y hermano, tú me conoces y me quieres, ayúdame a dejar de lado todo aquello que me impide amar y dame fuerza para romper los barrotes que me hacen sentir esta soledad».