La subversión del martirio - Alfa y Omega

La subversión del martirio

Los tiranos persiguen a los cristianos porque los temen, al reconocer en ellos una amenaza a su pretensión de poder absoluto

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Foto: AFP Photo/Mohamed El-Shahed

Cuando el Papa insiste en que hay más mártires hoy que en tiempos de los primeros cristianos no se trata de una piadosa exageración. Rara es la semana en que el martirio no es noticia de actualidad, a modo de termómetro de las injusticias que padece el conjunto de la población. Porque aunque los tiranos dirijan su ira contra los seguidores de Jesús, lo que buscan es el dominio absoluto de las naciones. Y mientras queden cristianos y otras personas con convicciones coherentes que se interpongan en su camino –y quién más coherente que un mártir–, existirá para ellos un escollo imposible de sortear.

Corea del Norte es hoy el paradigma de un régimen tiránico. Sus 25 millones de habitantes son rehenes de un déspota armado hasta los dientes que amenaza a todo el planeta con la injustificable complicidad –por acción u omisión– de China. Pionyang persigue con especial saña a los cristianos, pero lo llamativo es que ese miedo sea mutuo. El régimen –afirma la propia ONU– les teme, aunque sean pacíficos y estén desarmados, porque reconoce en ellos una amenaza a su pretensión de poder absoluto.

Otro de los focos en el mapa mundial de la persecución religiosa vuelve a ser Egipto, con el asesinato a sangre fría de al menos 29 pasajeros en un autobús, niños incluidos. El Daesh trata de frenar los intentos de este país por favorecer la convivencia interreligiosa, potenciados por la reciente visita del Papa. En los últimos días se han producido gestos notables, como la apertura de una iglesia en Ismailia financiada por musulmanes o el anuncio del papa copto Teodoro de que donará parte de la dotación de un premio que acaba de recibir en Moscú para la construcción de una mezquita en la futura capital administrativa.

Pero más allá de estas circunstancias, lo que deja al descubierto este atentado es la esencia misma del martirio: personas corrientes inexplicablemente sostenidas en el momento supremo por una fuerza que les permite rechazar la tentación de apostatar para salvar su vida y que mueren sin un atisbo de odio. Esta es la subversión del martirio, y hacen bien en temerla los tiranos.