Minnie Mouse: de una vida acomodada a una sin papeles - Alfa y Omega

En las zonas turísticas de nuestras ciudades se han hecho cotidianos personajes de Walt Disney que se ofrecen para hacerse fotos con los viandantes como una forma de ganarse la vida: el Pato Donald, Daisy, Mickey… La creatividad de la gente para encontrar formas de supervivencia es increíble, máxime si se trata de mujeres.

Una de ellas es una de las Minnie Mouse que puedes encontrar cada día en la puerta del Sol. Es una mujer de un país asiático con una vida acomodada en su país, que llegó a España movida por un sentimiento cuidado hacia su hija enferma. Su hija fue reagrupada por su marido y al año de su venida tuvo que ser trasplantada de un órgano vital. Su relación de pareja entró en crisis y desde entonces vive amenazada de repudio. Su vida durante muchos meses no ha tenido más horizonte que del hospital a casa y de casa al hospital, sin más atención en su domicilio que la de una buena vecina.

Su madre, al enterarse de la situación, sin más proyecto migratorio que proteger a su hija de su marido y atenderla en su enfermedad, dejó su vida más o menos tranquila en su país para pasar a ser una sin papeles en el nuestro. Las amenazas de extorsión del marido llevaron a la madre a buscarse la vida por su cuenta para conseguir ingresos y así han ido sobreviviendo y ahorrando, milagrosamente, algunos miles de euros que guarda como un tesoro bajo su ropa. Aunque parezca increíble, ella explica que el miedo a que el yerno se los robara fue lo que la empujó a creer que su cuerpo era el lugar más seguro.

Un día Minnie fue detenida acusada de robar a una turista. Al cachearla, la Policía encontró que llevaba encima una gran cantidad de dinero, lo que dio veracidad a la acusación. Estuvo 48 horas en el calabozo mientras su hija, enferma de angustia ante la desaparición de su madre, fue hospitalizada de urgencia.

Hoy Minnie Mouse está a la espera de juicio y a punto de ser deportada a su país, dejando aquí a su hija enferma y a su marido extorsionador. Será la justicia la que dictamine el veredicto, pero yo la creo.