Una Iglesia de puertas abiertas... 24 horas - Alfa y Omega

Una Iglesia de puertas abiertas... 24 horas

A cada hora del día o de la noche, en cada una de las 34 capillas de Adoración eucarística perpetua de España, alguien adora al Señor sacramentado y hace posible que Él derrame su gracia sobre toda la Humanidad, y sobre usted. Este movimiento —quienes lo viven saben bien que es el alma de la evangelización— está teniendo un gran auge

María Martínez López
Varios adoradores rezan en la capilla de adoración perpetua de Móstoles (Madrid)

«La gente que está mucho con el Señor se enamora». Hace 11 años, Charo Taberner se encargó del turno de noche de la Adoración perpetua de la parroquia de la Encarnación del Señor, en un barrio periférico de Madrid. Era la segunda de España, y «no fue nada fácil. Al lado había un centro de día de toxicómanos, y la gente tenía miedo». Salió adelante porque los voluntarios de noche cogieron turnos de seis horas. «No es conveniente, pero se han acostumbrado y me piden que no los quite. Y, encima, suplen a la gente que falta».

Para ella, la clave es tener las puertas abiertas. «Si la capilla está para que la gente tenga contacto con el Señor, ¿quiénes somos para impedirlo? Prefiero que me den una paliza a no dejar entrar a alguien». Nunca ha pasado nada, pero anécdotas no faltan: el borracho que pasó varias horas intentando sacar unos euros del cestillo pero, al irse, los devolvió; el chico punk que entró para encomendar al Señor un viaje «con los colegas»; el mendigo africano que cantaba para Dios… «Pienso que ellos tienen más derecho que nosotros a entrar. Me enseñan mucho». Charo vive el amor a Jesús sacramentado y a los pobres de forma inseparable: «Soy Misionera de la Caridad laica, y el más pobre de los pobres, es Jesús en la Eucaristía; así que pedí permiso para atenderle a Él».

Javier, con su hermano Juan Bautista

A su lado, Eduardo Mahiques y el padre Rafael Sala aprenden de su experiencia, en el V Encuentro de Capillas de Adoración perpetua, celebrado el pasado fin de semana en El Escorial. Ellos están rematando una nueva capilla en Gandía (Valencia), la 35ª de España. No hay sólo en ciudades: comenzaron en Cancelada (Málaga, mil habitantes), y hay en varios lugares que no llegan a 15.000, como Nules (Castellón) y Torrijos (Toledo).

«El Señor lo permite, y así demuestra que es Él el que guía esto», subraya el padre Justo Lofeudo. Este Misionero de la Santísima Eucaristía es impulsor de la Adoración perpetua en España, donde cree que este proyecto vive «un punto de inflexión». Prueba de ello es, por ejemplo, la presencia en el encuentro de un cardenal y cuatro obispos, más que habitualmente. «Casi siempre son los obispos los que me llaman para abrir nuevas capillas, sobre todo los que ya las conocen. Un pastor percibe el crecimiento espiritual de las personas, y busca esto para sus fieles».

Ir al Centro, para ir a las periferias

Tanto le llaman, que ya no da abasto para atender todas las solicitudes, que también le llegan de Europa. Por ello, ha designado misioneros laicos: coordinadores de capillas que ayudan a iniciar otras. Es el caso de Javier Taberner. Conoció la Adoración perpetua por un vídeo de Youtube, y «el Señor me lo metió muy dentro del corazón». Es el coordinador de la capilla de Valencia, y ha ayudado a las de Alzira y Gandía. Durante este tiempo, «hemos visto mucho la mano de Dios».

Quienes viven la Adoración perpetua están seguros de que es el alma de la evangelización. «No puedo ir a las periferias si no voy primero al centro, que es Cristo —explica el padre Lofeudo—. Cada adorador es un testigo que interpela a la gente, y hace posible que otros acudan a la capilla y encuentren al Señor. Conozco cinco casos –fuera de España– de personas que no se suicidaron por encontrar una capilla de Adoración perpetua». Charo recuerda al hombre que un día se echó a llorar, y le contó que otro día había entrado en la capilla y sentido que el Señor le decía que dejara de vivir con su novia. Ella rompió la relación, pero él se mantuvo firme. «Hoy, tiene director espiritual».

Eduardo, Charo y el padre Rafael

El padre Rafael cree que la Adoración es misionera también porque «la Iglesia en salida empieza por no cerrar puertas»; por el papel que en ella asumen los laicos y porque «muchos cristianos, cada uno desde su carisma, acuden a una adorar al Señor».

En Gandía, «queremos que la capilla tenga una vinculación fuerte con la caridad». No en vano, su coordinador, Eduardo, es también responsable de Cáritas. «Ya tenía por costumbre –cuenta– ir a rezar ante el Santísimo antes de ir a la sede. Somos instrumentos suyos, y ves situaciones que, sin Su presencia, te hundirían». Ahora, «una persona a las que he acompañado y con la que he sufrido mucho, está inscrita en mi turno de Adoración».

Los testimonios no acaban, y todos apuntan a que, como dice Javier, «la Adoración perpetua es lo más grande que puede hacer una persona. Es muy fuerte lo que el Señor está haciendo a través de nosotros. Piensa todo lo que conlleva que el Señor esté allí, abierto día y noche a la Humanidad. La cantidad de gracias que está derramando desde una capilla… Vale la pena».

Cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia

«Gracias a Dios, el Señor está suscitando en estos años, por todo el mundo, una corriente imparable y vivificadora de adoración al Santísimo. No hay futuro para el hombre al margen de la Eucaristía, ni de la Adoración que le es inherente. Sin la Adoración, se pierde la gran riqueza y verdad de la Eucaristía. Pero adorar es muy peligroso, ¿eh? Tienes que estar dispuesto a todo».

Monseñor Demetrio Fernández, arzobispo de Córdoba

«La Adoración nos invita a entrar en el Corazón de Cristo. Es un lugar de reciclaje: Cristo carga con nuestros pecados, y reacciona amando. Por eso, podemos traer a la Adoración a personas no creyentes, o que viven una vida de pecado. Si se han dejado llevar ante Jesús, ya han abierto la puerta, y Dios les hará entender que su amor es más fuerte que el pecado y que la muerte».

Monseñor Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres

«Hace unos años, en un encuentro de Superiores Generales religiosos sobre las vocaciones, dijeron que, donde hay exposición eucarística, sigue habiendo vocaciones. Donde a la gente se la deja hablar con el Señor, hay vida. También he conocido a gente que hablaba siempre de servicio, pero cuando dejaron de estar delante de Jesús en la Eucaristía acabaron teniendo los sentimientos del mundo».

Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián

«Lo mejor que el Señor me ha permitido hacer ha sido poner en marcha capillas de Adoración perpetua en Palencia y San Sebastián. Todo proyecto necesita un corazón, y las siento como el corazón de la diócesis. Nos conmueve que el Dios infinitamente superior nos ame con ternura, y se deje abrazar. La Encarnación es un beso de Dios a la Humanidad, y cuando lo adoramos, le devolvemos ese beso».

Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid

«La Adoración perpetua no es un invento nuestro, es una necesidad imperativa, desde el momento en que el Señor nos dijo que se quedaba con nosotros. Es tener abiertas capillas donde Él permanece 24 horas al día y abre la puerta para que entre quien sea y se encuentre con Él. Jesús se acerca a nosotros cuando lo contemplamos; y se acerca a los demás cuando, como fruto de esta contemplación, nosotros les acercamos su rostro».