Laudato si y cambio climático - Alfa y Omega

La decisión de Donald Trump de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático demuestra dos características del pecado: que el propósito de enmienda es imposible sin arrepentimiento (pecado personal), y que a los 194 países medio arrepentidos les va a salir mucho más caro su propósito de enmienda (pecado social). El Papa Francisco le había dado unos días antes su último mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, en el que habla de la devastación del medioambiente, y le había dicho que estaba dedicado especialmente a él.

En su encíclica Laudato si el Papa Francisco dice del cambio climático tres cosas. Primero, que hay un consenso científico generalizado no solo sobre que el calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana, sino también en que sus efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Segundo, que hay una verdadera deuda ecológica entre el norte y el sur, solo remediable si los países desarrollados limitasen de manera importante el consumo de energía no renovable y apoyasen políticas y programas de desarrollo sostenible de los países más pobres. Y tercero, que hay un ocultamiento generalizado de este problema por parte de quienes tienen más poder económico o político, empeñados en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas. Trump niega los dos primeros y se retrata en el tercero.

Este viernes, la Conferencia Episcopal Española inaugura en la Fundación Pablo VI de Madrid un seminario sobre ecología integral con especialistas de gran nivel, y con propuestas concretas y factibles para todos los que quieran unirse al tren ecológico-social del Papa Francisco.

Pero no pocos no entienden estas denuncias proféticas, como la del tráfico de armas, la mentalidad neoliberal del descarte o el mercado que mata, que plantea el Papa. Lo peor no es que no crean en el cambio climático, sino que no creen en ningún cambio, ni malo ni bueno. Y en un tiempo de «cambio epocal», como dice el Papa, preferirían un pastor con síndrome de oveja peinada que se olvidase de las 99 restantes, víctimas y/o preocupadas, entre otras cosas, por el cambio climático.