Detrás de la máscara - Alfa y Omega

Detrás de la máscara

VICENTE TORO ROMERA (19 años): Tuve la suerte de descubrir en un colegio salesiano lo mucho que Dios me ama y me entusiasmé con el bien de la juventud. Creo que hoy los jóvenes necesitan otros modelos…

Colaborador

VICENTE TORO ROMERA (19 años): Tuve la suerte de descubrir en un colegio salesiano lo mucho que Dios me ama y me entusiasmé con el bien de la juventud. Creo que hoy los jóvenes necesitan otros modelos, necesitan a Jesucristo. Quiero ser las manos de Jesús.

J. JAVIER LLORENTE (22 años): Al ser salesiano me siento libre para trabajar por los demás, anunciarles que el Reino está entre nosotros, que ellos también pueden ser libres. Ser salesiano me anima a seguir creyendo en la vida, y a luchar por los demás.

VIDAL GARRIDO (22 años): Me he encontrado con personas que me han ayudado a comprender que un mundo sin amor está encaminado al fracaso y que Dios se ha encarnado en Jesús para proclamar el Reino del Amor. Yo ahora quiero transmitir también este mensaje a los jóvenes.

FERNANDO ABAD ROSÓN (25 años): Conforme voy haciéndole a Dios un hueco en mi corazón, la vida me lleva a entender que eso es lo que Él quiere de mí, el modo concreto en que he de realizar el proyecto que tiene para mi vida. Cada día que pasa me siento más en deuda con Él.

GUZMÁN PÉREZ (20 años): Me parece extraordinario ser signo y portador del amor de Dios a los jóvenes, que eso es ser salesiano.

JUAN CARLOS PESCADOR HERVÁS (21 años): No sabes los porqués ni quieres pedir explicaciones a Dios. Sólo decir sí. La impresión interior, la lectura de los hechos de cada día te hacen intuir que Dios te quiere salesiano.

PEDRO RAMOS (26 años): El amor de Dios me urge, me estimula a entregarme con decisión a los jóvenes a través de la Congregación Salesiana, porque sí, sin más. Cuando Dios urge…

JAVIER MARTÍN (19 años): La necesidad de responder a la llamada insistente de Jesucristo me apremia a responderle a través del cauce de los salesianos.

IVÁN DE LA CRUZ (19 años): Para mí ser salesiano es vivir lo cotidiano desde Jesucristo y desde don Bosco, y servir de intermediario entre ellos y los jóvenes.

DAVID CHARFOLÉ CANO (24 años): Considero que mi fidelidad a Dios como salesiano puede ser un punto de orientación muy importante para muchos jóvenes que no tienen un horizonte. Creo que ser salesiano hoy debe ser una manera de estar presente en nuestro mundo, de decir con la vida que merece la pena creer.

JESÚS M. GALLARDO NIETO (22 años): Lo que no se conoce no se ama y, una vez has conocido el espíritu salesiano, el carisma de don Bosco, su unión con Dios y su entrega incondicional a la tarea de acercar el amor de Dios a los jóvenes, no se puede pensar en otro carisma.

FRANCISCO MARTURET (23 años): Don Bosco bien vale una vida. La referencia de un cura tan genial cautiva a cualquiera. A mí por lo menos sí, y esto basta.

SERGIO HUERTA MOYANO (22 años): Para mí, ser salesiano, desde mi experiencia de vida, es el modo que me ha marcado Dios para encontrar la felicidad y la plenitud. Creo que seguir a Cristo en el cauce de Don Bosco es suficiente para llenar de sentido una vida.

PEDRO HERNÁNDEZ DELGADO (23 años): Ser salesiano es una respuesta al amor de Jesús, que nos ama primero, es servirle entregando la vida a los jóvenes, a los más necesitados, abriendo horizontes, dando ilusión o simplemente diciendo con la propia vida que merece la pena vivir y merece la pena corresponderle.

Miguel Ángel Calavia

Salesiano hoy, ¿por qué no?

Mi vida estuvo marcada por el carisma salesiano desde mi nacimiento. El salesiano don Marcelino Olaechea era obispo de Pamplona, mi ciudad natal, y mi tía era cocinera en el palacio episcopal. Don Marcelino tenía trato afable y cercano con mis padres y hermanas. Recién nacido me presentaron al obispo, pidiendo su bendición. Desde entonces, mi familia tuvo claro que mi sitio era el Colegio salesiano.

Comencé a frecuentar el Oratorio festivo salesiano a los ocho años. Y a los once, fui alumno del Colegio. Allí conocí a otro salesiano extraordinario, don José Luis Carreño, misionero en la India, que nos arrastraba a los chiquillos con su dinamismo y su alegría de servir a Dios entre los pobres. Estoy convencido de que Dios se valió de estos salesianos y de otros que conocí para llamarme a la vida consagrada como salesiano de don Bosco. Durante diecisiete años recibí la formación salesiana y sacerdotal: aprendí el espíritu salesiano hecho de trabajo y templanza, de amor entrañable a María Auxiliadora, la Virgen de don Bosco, y a gastar mis energías en la educación de los muchachos, especialmente los hijos del pueblo.

Hoy soy salesiano desde hace 42 años y sacerdote desde hace 32. La mayor parte los he vivido entre adolescentes y jóvenes. Los he querido y me he sentido querido por ellos. He vivido la alegría de ver que maduraban en su vida y superaban etapas difíciles. Me han dolido los fracasos: alumnos en la cárcel, en la droga. He experimentado que la vocación de sacerdote-educador de jóvenes es una fuente de alegría.
Desde hace nueve años soy obispo. Cinco años en Tarazona, en Aragón, y cuatro años en Vitoria, en el País Vasco. He intentado ser salesiano obispo: cercano a los jóvenes y a la gente del pueblo; promotor de valores educativos, que hacen crecer humana y cristianamente a las personas; devoto y propagador de la devoción a María Auxiliadora; sensible a las necesidades de los pobres del tercer mundo y también de nuestro entorno.

Salesiano hoy, ¿por qué no? El Espíritu de Dios, no sin la intercesión de la Virgen María, suscitó en la Iglesia y en los tiempos modernos el carisma de don Bosco, que sigue siendo plenamente actual. De hecho está presente en los cinco continentes, especialmente en los países en vías de desarrollo. La Iglesia me ha confiado un ministerio que me permite seguir cultivando los valores salesianos en mi vida y en mi servicio a la comunidad diocesana. Gracias a Dios y a la presencia materna de María, Auxilio de los cristianos.

Miguel Asurmendi
obispo de Vitoria

Orientación vocacional