Frente a la crisis, santidad - Alfa y Omega

Frente a la crisis, santidad

Pocas veces hubo en la Historia de la Iglesia un santo con mayor fama de santidad que la de san Isidro, en Madrid. Así lo resaltó el cardenal Rouco, al presidir la Eucaristía en la fiesta del Patrono de la ciudad. Este «labrador de biografía extraordinariamente sencilla y humilde» es hoy un modelo para hacer frente a la crisis, resaltó el arzobispo de Madrid

Redacción
Un momento de la celebración, el 15 de mayo de 2011, en la Colegiata de San Isidro.

«Si hay en la historia de la Iglesia un santo cuya fama de santidad haya nacido y se haya extendido a través de los siglos como expresión del alma de un pueblo, ése ha sido san Isidro Labrador, Patrono de Madrid. Pocos santos han sido canonizados por la Iglesia merced a un clamor popular tan unánime, tan entusiasta y tan tenazmente sostenido a lo largo de los siglos, como ha sido el caso del santo Patrono de Madrid». Así presentó el cardenal Rouco al Patrono de la ciudad, durante la Eucaristía que presidió, el 15 de mayo, Fiesta de san Isidro, en la Colegiata que lleva su nombre. Y añadió: «Cuando el Papa Gregorio XV lo proclama oficialmente santo, el 12 de marzo de 1622, junto con otros tres grandes santos españoles de la época –más concretamente, del anterior siglo XVI–, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y santa Teresa de Jesús, a los que se une el italiano Felipe Neri, el júbilo se apodera de la Villa de Madrid, que celebra el acontecimiento con grandes festejos civiles y religiosos. Nada menos que Lope de Vega sería el encargado de escribir la crónica oficial de estas fiestas».

La figura de san Isidro es la de «un labrador de biografía extraordinariamente sencilla y humilde», que, sin embargo, resulta extraordinariamente atractivo como «un testigo eminente de la caridad de Cristo», que «compartía su casa, su mesa, su tiempo con los más pobres y necesitados que pasaban por su puerta o a su lado en el camino de la vida».

¿Y qué nos enseña hoy san Isidro?, se pregunta el cardenal. Su actualidad es indiscutible, «precisamente, por su condición de santo: ¡por su santidad!», afirma. Dentro de la Iglesia, «las situaciones críticas a lo largo de la Historia han sido superadas siempre gracias a la presencia y a la acción de los santos: cristianos de todas las vocaciones que han aspirado consecuentemente a la perfección de la caridad». Pero también puede decirse que «las crisis de las sociedades y de los pueblos tampoco fueron –ni serán– superadas si no es por la acción y la entrega de personas honradas, sacrificadas, laboriosas, movidas por la caridad: ¡por el amor desinteresado y donado, en Dios, al prójimo! ¿No estará ocurriendo que en esta hora crítica de nuestra sociedad y del mundo nos faltan los santos?».

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