Scholas «no es el proyecto del Papa, sino el de la Iglesia» - Alfa y Omega

Scholas «no es el proyecto del Papa, sino el de la Iglesia»

Ricardo Benjumea
La joven palestina Tala junto a otro de los participantes en el Congreso. Foto: Lourdes Baeza

El congreso de Jerusalén ha supuesto para Scholas «una vuelta a los orígenes», explica José María del Corral, director de la fundación pontificia. La primera experiencia impulsada por el arzobispo Bergoglio en Buenos Aires se realizó con jóvenes de la Asociación Mutual Israelita Argentina (que sufrió un atentado en 1994 con 85 víctimas mortales), junto a otros musulmanes y católicos.

Desde la convicción de que la paz en Tierra Santa se decidirá en la educación, el Papa había hablado con el expresidente israelí Shimon Peres, fallecido en septiembre, sobre la posibilidad de llevar a cabo algún tipo de iniciativa. Pero el impulso definitivo para este congreso en Jerusalén llegó por una vía insospechada. En febrero, Francisco recibió a una delegación de la Universidad Hebrea, que se ofrecía a organizar un encuentro. Participarían alumnos de Secundaria israelíes y palestinos, arropados por jóvenes de otros países, mientras en mesas paralelas se reunían líderes religiosos y representantes de universidades de todo el mundo. «Los chicos tienen que abrir su corazón y soñar, pero le corresponde al adulto aportar soluciones», explica Del Corral. Como novedades, durante este encuentro los jóvenes han convivido durante dos semanas sin salir del hotel, y el congreso va a tener ahora un seguimiento posterior de doce meses.

Los resultados dependerán, en buena medida, de la implicación de la sociedad civil. Hasta ahora los indicios son prometedores. Rabinos y líderes musulmanes contactaron con Scholas deseosos de participar, cuenta Del Corral. Para él no fue una sorpresa. «A veces los de fuera responden con más interés que los de dentro», afirma. Incluso en países sin apenas presencia cristiana, «es impresionante el interés por esta iniciativa del Papa», presente hoy en 190 países. En las últimas semanas se han celebrado encuentros en Medellín y Barranquilla (Colombia) con jóvenes de familias de las FARC y de otras que apoyaron a los paramilitares. «Había que ver los abrazos y las caras de felicidad de estos chicos», asegura el director de la fundación.

¿Cuál es la clave del éxito? «No hemos inventado nada», responde el pedagogo argentino. «Esto es lo mismo que hicieron Juan Bautista Lasalle, Champagnat o Don Bosco, que es llevar la educación al mundo real de los chicos».

De este modo el Papa lanza un mensaje tanto a las autoridades educativas como al interior de la propia Iglesia, que a veces «se ha perdido en el enciclopedismo», en propuestas que «no tienen nada que ver con la tradición cristiana» obsesionadas por las estadísticas en lugar de «intentar cambiar la vida de los chicos».

¿Quién no quiere la paz?

Una de las participantes en el Congreso de Jerusalén ha sido Yolanda Ruiz, directora de la Cátedra Scholas Occurrentes de la Universidad Católica de Valencia. «Este no es el proyecto de Francisco, ni siquiera el de Scholas, sino el de la Iglesia», asegura. Se trata de recuperar «una pedagogía de la realidad, que facilite al chico el encuentro con el otro, con la naturaleza y con la trascendencia». En esa clave, es posible «establecer puentes con personas con otro tipo de creencias», porque «¿quién no quiere un mundo mejor, o valores como la paz, la solidaridad, la inclusión…? ¿Quién no quiere que nuestros jóvenes crezcan con un proyecto de vida consistente y sean agentes de cambio en nuestra sociedad?».