Los milagros del Santo Ángel de Vallecas - Alfa y Omega

Los milagros del Santo Ángel de Vallecas

Esta parroquia ha acompañado a los habitantes de este popular barrio madrileño desde hace 75 años, sobre todo, en problemas y sufrimientos como la falta de recursos o las drogas ofreciendo esperanza a los que lo habían perdido todo

Fran Otero
1954 Los primeros años de los claretianos en Vallecas fueron muy intensos. Con la parroquia, se abrieron una guardería y un centro de ancianos. Foto: Misioneros Claretianos

Miguel Cabarcos aterrizó en la actual parroquia Nuestra Señora de la Aurora y del Santo Ángel de Vallecas a principios de los años 90 cuando el barrio sufría los consecuencias de la droga, un problema que arrastraba desde años atrás. Llegó destrozado para formar parte del Proyecto Aurora, un recurso, vivienda incluida, para hombres, como él, enganchados a la heroína, a la cocaína y a otras sustancias. El claretiano Luis Ángel de las Heras, obispo de Mondoñedo-Ferrol en la actualidad, era el encargado de la casa. Hoy, Miguel vive una vida normal, casado y con dos hijos, con un trabajo –en Proyecto Hombre Castilla-La Mancha– en el que aporta su experiencia y los conocimientos que ha ido adquiriendo desde su reinserción. En conversación con este semanario, todavía se maravilla por que aquellos claretianos y voluntarios le ayudaran desinteresadamente. «¿Cuándo me van a pedir algo?», se pregunta. Se teme que ese momento no va a llegar.

1970 Fueron años de una gran práctica religiosa en el barrio. En la fotografía, un grupo juvenil de la parroquia del Santo Ángel. Foto: Misioneros Claretianos

El Proyecto Aurora, a través del que tantos chicos han conseguido dejar las drogas, es quizás una de las iniciativas más emblemáticas de esta parroquia, que ocupó más de una década de los 75 años que acaba de cumplir. Cuenta a Alfa y Omega el actual obispo de Mondoñedo-Ferrol que cuando llegó a la parroquia su encargo, además de las tareas ordinarias, era el de los menores vulnerables. Pero se topó con la dura realidad de la droga, que lo contaminaba todo. Había que hacer algo y en una Eucaristía, tras leer el Evangelio del endemoniado de Gerasa que Jesús cura, lo vio claro: «El Señor nos estaba invitando a liberar de los demonios a tantos chicos y chicas de la esclavitud de la droga».

Fueron años muy duros, recuerda el claretiano Julio César Rioja, que también participó de esta tarea: «Recorrer cualquier calle de Vallecas y no cruzarse con el problema de la heroína parecía casi imposible. Fueron años de entierros, tanto por el sida como por las sobredosis».

1980 Los problemas se agudizan en esta época a causa de la droga, que destruye familias enteras. Todo ello, en un ambiente donde todavía se vive en chabolas. Foto: Misioneros Claretianos

Aquella experiencia les marcó profundamente. Para Luis Ángel fue una escuela para ser cura, «un lugar donde te fraguas como sacerdote y religioso». Continúa: «Tanto la experiencia de Aurora como el trabajo en Cáritas me marcaron muchísimo, porque te encuentras algo inesperado, gente débil y sin recursos, y tienes que dar una respuestas. Algo que he venido repitiendo a lo largo de mi vida es que mi misión es la de dar la esperanza que me viene de Dios a gente que no la tiene. En Vallecas, desde luego, lo que más hacía sufrir era la droga porque destruía familias enteras. Era y es una tarea bien difícil, pues encontrabas personas que no estaban dispuestas a recibirla y en otras ocasiones no sabías ofrecerla de la mejor manera».

Luis Ángel de las Heras estuvo seis años en Vallecas, cinco de ellos al frente del Proyecto Aurora, uno de las iniciativas sociales más importantes y ambiciosas de esta parroquia. Que aquello salieran adelante, con las reticencias de algunos feligreses, fue un milagro. Pero, añade, «las parroquias son lugares donde se hacen milagros». Y en la de la Aurora y el Santo Ángel se hicieron varios, además de este proyecto contra la droga. Su historia está jalonada por una respuesta continua a las necesidades de los fieles y los vecinos. En sus inicios y en la actualidad.

1986 El templo de la parroquia tiene que se clausurado por fallos graves en sus cimientos. Se procede a su demolición y se habilita una pequeña capilla en el salón de actos de la parroquia, en unos locales contiguos. Foto: Misioneros Claretianos

Cuando llegaron los misioneros claretianos a este popular barrio de Madrid, por encargo del arzobispo Leopoldo Eijo Garay, para abrir la parroquia del Santo Ángel, se encontraron calles de barro y regueros de basura. También chabolas minúsculas. Y 15.000 feligreses que, en su gran mayoría, no tenía sus necesidades básicas cubiertas. Las armas de los religiosos de entonces fueron las colectas especiales o pedir limosna puerta por puerta en Madrid.

El padre Plácido Muñoz, durante su ministerio, fue buen ejemplo del compromiso social de la parroquia. Este misionero claretiano entregó 30 años al servicio de la feligresía. Desde que se fundó la parroquia hasta el final de su vida. Solía decir, haciendo gala de buen humor: «Os he bautizado a todos, os he casado a todos y os enterraré a todos». Desde luego, lo que sí hizo fue tomar el pulso al barrio con la precisión que cada situación iba requiriendo. Desde su llegada siempre se consideró vallecano y nunca dejó de luchar por su gente. Abrió, por ejemplo, una guardería y un centro de ancianos en los mismos locales de la parroquia.

2008 Han pasado ya tres años desde la consagración del nuevo templo que, además, unió jurídicamente a las parroquias de la Aurora y del Santo Ángel. Foto: Misioneros Claretianos

Hoy el actual párroco, el padre Agustín Sánchez, continúa ayudando en el día a día a los vecinos del barrio. Hace cinco años llegó tras numerosos destinos, algunos en África. Se encontró una realidad complicada. «A nivel religioso, las cosas no marchan. De 9.000 personas que agrupa la parroquia, unas 300 acuden a Misa de lunes a lunes», explica. Desde que está en la parroquia apenas ha casado a cuatro parejas, bautizado a unos 80 niños y confirmado a poco más de 20 jóvenes. Tienen un grupo de vida ascendente y un grupo de 80 jóvenes de entre 15 y 17 años.

La práctica religiosa ha cambiado mucho, no así las necesidades sociales. Según los últimos datos que aporta el padre Agustín, la parroquia ayuda a 177 familias, 488 personas en total, entre las que hay 124 menores de 13 años y 105 mayores de 65. Ayudan económicamente en casos de urgencia –pagos de recibos de hipoteca o electricidad…– y con alimentos que reparten una vez al mes a razón de diez kilos por persona.

2017 Celebración del 75 aniversario de la parroquia el pasado 28 de mayo con una Eucaristía que presidió el obispo de Mondoñedo-Ferrol y claretiano Luis Ángel de las Heras. Foto: Misioneros Claretianos

De la realidad de la droga todavía quedan rescoldos. Hay gente que sigue viviendo de ella, vendiendo a los chicos que salen del instituto. Luis Ángel de las Heras tiene claro, por su parte, que la fisionomía del barrio y su aspecto exterior han cambiado, pero que sigue habiendo muchos de los problemas con los que él lidió, porque son problemas que se heredan. «Y la droga sigue siendo uno de ellos. Quizá no sea tan visible como antes, porque hay más recursos para salir adelante, pero ahí está», añade. Y ahí siguen 75 años después los misioneros claretianos. Ofreciendo esperanzan y construyendo barrio.

Fran Otero / I. Virgillito

Una historia de idas y vueltas… y algún susto

La historia del Santo Ángel, además de a sus gentes, está ligada a unas circunstancias concretas que hicieron que de ella surgiera, en los años 60, otra parroquia –Nuestra Señora de la Aurora– y que, años después, volverían a formar una unidad, la de hoy. La de la Parroquia de Nuestra Señora de la Aurora y del Santo Ángel.

Entre medias, cabe destacar la demolición de templo del Santo Ángel en 1986 por un fallo en sus cimientos, teniendo que inaugurar en los locales aledaños una capilla en el que era el salón de actos. Años después, en 1995, se demolería el resto del complejo volviendo las dos parroquias a estar ligadas. En aquella segunda demolición se produjo un hecho providencial. Los operarios que estaban realizando los trabajos erraron en sus cálculos, y una torre entró por la ventana de la casa del edificio de al lado. No hubo que lamentar daños personales, pero podía haber sido una tragedia. «El último servicio del Ángel de la Guarda», titularon los periódicos que se hicieron eco de la noticia entonces.

Fue en 2005, con un nuevo templo construido, cuando se produjo por fin la unión jurídica de las dos parroquias tal y como la conocemos hoy. El 9 de abril de aquel año, el entonces arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, presidió la Eucaristía de consagración del templo. La antigua parroquia de Nuestra Señora de la Aurora se cerro definitivamente y pasó a ser una sede de Cáritas, que adaptó el edificio a sus nuevas funciones.