Una pequeña (gran) revolución franciscana - Alfa y Omega

Una pequeña (gran) revolución franciscana

Jamás imaginaron ver a un Papa de nombre Francisco. Mucho menos a un Pontífice que viviese profundamente la espiritualidad del santo de Asís. Para los franciscanos, el actual papado implica una crisis, un desafío. Pero también una oportunidad. Ellos decidieron afrontarlo con una pequeña (gran) revolución. Un movimiento que, según el superior de los Hermanos Menores, Michael Perry, podría acabar con cinco siglos de división

Andrés Beltramo Álvarez
Michael Perry (tercero por la izquierda) durante el encuentro del Papa con los superiores de las cuatro grandes órdenes de la Familia Franciscana en abril. Foto: CNS

En silencio. Sin clamor y lejos de los focos, las cuatro grandes órdenes emprendieron un proceso de comunión. Una vuelta a los orígenes, proyectada en el futuro. Sus resultados podrían provocar nuevos cambios en el futuro próximo de la Iglesia. Entre otras cosas, los superiores apuntan a derogar el veto eclesiástico que impide a los frailes no ordenados (hermanos legos o religiosos laicales) asumir puestos de gobierno. Están muy cerca de lograrlo, con el apoyo del Papa.

Esa es solo una de varias decisiones concretas que están acercando cada vez más a las órdenes de los Hermanos Menores (OFM), a los Frailes Menores Conventuales (OFMConv), a los Hermanos Menores Capuchinos (OFMCap) y a la Tercera Orden de San Francisco. Entre otras, el establecimiento de comunidades interobediencia y una única universidad pontificia. Algo impensable solo algunos años atrás. En entrevista con Alfa y Omega, el sucesor número 120 de san Francisco y actual ministro de la OFM, Michael Perry, ofrece detalles de este proceso inédito.

En abril pasado los superiores de las cuatro órdenes fueron recibidos por el Papa Francisco en una audiencia conjunta con pocos antecedentes. ¿De qué se habló?
El motivo del encuentro fue poner al día al Papa sobre algunos pasos que estamos dando para una mayor comunión entre capuchinos, conventuales, frailes menores y, donde es posible, con la tercera orden. Especialmente hablamos con Francisco sobre la posibilidad de elegir a frailes legos [no sacerdotes, N. d. R.] para todos los servicios en las órdenes, especialmente en puestos de gobierno. Él se mostró muy abierto a esta solicitud. Según el derecho canónico, actualmente los hermanos legos no pueden asumir responsabilidades de gobierno.

¿De dónde viene ese veto?
Desde el 1239 fueron excluidos, como reacción hacia algunos integrantes de la orden, que entonces era una sola. Después de varias reflexiones y cambios en la Iglesia, en 1939 se estableció que un laico no puede tener poder ordinario sobre un clérigo. Esto fue reforzado tanto teológicamente como desde el punto de vista canónico. Ahí nos encontramos. Desde el momento que la Iglesia nos pidió entrar en un proceso de renovación, de búsqueda de valores esenciales de nuestra vida, nosotros lo afrontamos como una crisis, en el sentido positivo, porque nos lleva a recuperar nuestra identidad. La presencia de frailes no ordenados en puestos de gobierno está en nuestra historia, es parte de esa identidad.

¿Qué piensa Francisco de esta iniciativa?
El Papa se mostró abierto, está de acuerdo con la idea, el problema ahora es encontrar los modos para llegar a una decisión sin tocar el derecho canónico. Tal vez se llegue a conceder una exención que nos permita llevar adelante este deseo que tenemos. La Iglesia está afrontando el problema del clericalismo. Esta experiencia puede valer no solo para nosotros, también para toda la Iglesia.

¿Sería una forma de afrontar el clericalismo, tan criticado por el Papa?
Así es, primero debemos afrontar la clericalización que vivimos, cambiar los corazones y las mentalidades, reflexionar sobre la eclesiología. No es cuestión de cambiar el destino de la Iglesia, sino de recuperar todas sus dimensiones, como pidió el Concilio Vaticano II. El Papa Francisco puso en relieve la importancia de la participación de todos los cristianos en la misión de la Iglesia y esto implica cambios, revisar cómo funcionan los ministerios, el ejercicio del poder y otros temas.

Fray Perry con tres jóvenes durante una reunión del Consejo General de la Orden de Frailes Menores en Polonia, en junio. Foto: Domenik Banás OFM

¿Cree que en el futuro cercano podremos ver a un provincial o a un general que no sea sacerdote?
¿Por qué no? No veo ninguna dificultad. Tenemos que encontrar los medios, junto con la Iglesia. Hasta ahora, los hermanos legos pueden ser definidores, formar parte del Consejo General o los consejos provinciales, pero no pueden acceder a los puestos de provincial, vicario provincial, vicario general y ministro general, según nuestra legislación. Estamos reflexionando sobre esto con las otras órdenes franciscanas, pero cada una deberá aplicar el cambio en lo particular.

¿Esta reflexión podría extenderse a otras órdenes fuera de la familia franciscana?
Sí, especialmente a los mendicantes como los carmelitas o los dominicos, porque tienen hermanos legos.

Usted habló antes de un «proceso de comunión». ¿Qué otras medidas concretas implica?
Ya desde hace tiempo los ministros generales de las cuatro órdenes realizamos encuentros y reuniones, tres o cuatro veces al año, para dialogar sobre todo. Eso nos ayuda a reforzar la identidad. Este año, en octubre próximo, todos los definidores generales, unas 60 personas, iremos juntos a Rávena para una semana de oración y reflexión juntos sobre el diálogo en el mundo de hoy.

Existen otras experiencias comunes concretas…
Estamos creando algunas comunidades entre frailes conventuales y nosotros, los frailes menores. Comunidades interobendienciales. Además tenemos el proyecto de unificar nuestras casas de estudio aquí en Roma para establecer una única universidad franciscana que estaría formada por la Pontificia Universidad Antoniana (del OFM), el Seráfico (que es una facultad) y el Instituto de Espiritualidad Franciscana que funciona bajo la responsabilidad de los frailes capuchinos. Ya es una decisión tomada, el proyecto será sometido a la Congregación para la Educación Católica del Vaticano antes de la Pascua de 2018. La idea es tener un solo rector, y una comisión está trabajando para estudiar una solución en cuanto a la sede. Nosotros estamos listos. El Papa Francisco es muy favorable a esto.

De los 800 años que tiene la familia franciscana, la mayoría (unos 500) ha permanecido la división. ¿Hasta dónde se puede avanzar realmente en esta deseada comunión?
Esta es una buena pregunta. En 1517 se dio la bula Ite Vos (del Papa León X) con la cual se plasmó la separación de la OFM y los conventuales. Desde 2015 iniciamos un proceso de relectura de la historia, el año pasado tuvimos una ceremonia en Asís donde cada uno formalmente pidió perdón al otro. Esto buscó demostrar la necesidad de una reconciliación ante las heridas del pasado. Los hermanos de [la región italiana de] Umbría organizaron un capítulo generalísimo, para realizar simbólicamente el capítulo que debía haberse convocado cinco siglos atrás pero nunca se dio por las divisiones. Esto nos permitió ver la realidad hoy, escuchando la historia, mirando al futuro y viendo qué pasos dar hacia una mayor comunión a nivel de la familia franciscana. Evidentemente existen algunas preocupaciones sobre este proceso.

¿Como cuáles?
Hay una pequeña confusión entre identidad y diversidad. Las tres órdenes tenemos la misma regla, eso es una ventaja pero también un desafío. Otra cosa es la diversidad de expresión. El problema de la diversidad se vive en toda la Iglesia. No es honesto que presentemos aspectos de la diversidad como si fuesen de la identidad, son particularidades históricas y culturales que se pueden superar. La diversidad no puede ser un motivo para decir que no podemos hacer la unificación, es una excusa.

¿Cómo podría concretarse la unificación?
El proceso que estamos encarando parte de los encuentros concretos, para superar los prejuicios y hacer una lectura honesta de la historia, de las heridas. Podemos construir algo sobre lo esencial, no sobre la superficialidad. Estamos todavía en un proceso de comunión, que no implica aún la reunificación. Aunque el motivo de fondo no es la disminución numérica, es un elemento de peso, porque todas las órdenes experimentamos un decrecimiento y un envejecimiento en nuestros miembros.