«¿Puede ser que la fe surja del gesto de ese hombre sentado a la mesa con nosotros?» - Alfa y Omega

Tras la visita del cardenal Osoro a la prisión de Soto del Real, Pedro escribe este testimonio: «Jamás hubiera podido imaginar que a mis 65 años un hombre vestido con una sotana negra y un fajín rojo despertara en mi la convicción de que hay Alguien que me quiere como soy. ¿Puede ser posible que la fe surja por casualidad?, ¿que surja de unas palabras y el gesto de ese hombre [el cardenal Osoro] de sentarse a la mesa con nosotros y comer la misma comida en una bandeja como la nuestra?

He vivido sin creer en nada, solo pensando en mí y en el dinero, convencido de que era feliz estafando a la gente. He estado en la cárcel varias veces; ahora llevo 15 meses de una condena de tres años. En ninguna de las prisiones en las que he estado he sentido atracción por lo religioso. Esta vez, por su forma de ser cercana y sencilla, he hablado algún día con Paulino, el capellán de Soto. El 26 de julio me pudo la curiosidad y cuando dijeron que había “encuentro con el señor cardenal” salí a ver qué era eso. Estábamos unos 150 en salón de actos. Algo pasó cuando escuche sus primeras palabras, que decía que había puesto en su Twitter: “Hoy visito a unos grandes amigos en Soto del Real”. Enseguida me pregunté: ¿Yo soy uno de ellos? Me pareció extraño que me llamara amigo sin conocerme. Algo estaba pasando. Mi corazón empezaba a latir fuerte y mi mente parecía decirme que hasta ahora no había sido feliz.

Nos entregó un dibujo en el que aparecía una barca que se hunde y unas manos tendidas, y nos dijo: “El que está en la barca somos cada uno de nosotros y las manos tendidas son las de Dios. Cuando todo se hunde queda Dios, que es el único que nunca falla, siempre está para levantarnos del lugar en el que estamos caídos”. Estas palabras encendieron en mí una luz. Ese Dios ¿también me puede levantar a mí, que nunca he creído en Él? Y meditando desde ese día he llegado a la conclusión de que sí, de que Dios me ama. Quiero ser otro. Por eso he comenzado a ir a Misa y le pido a Dios “dejar de robar y estafar, y tender, como tú, mi mano al que me necesite”».