Orar con santa Teresa: «¿Para qué queréis mi amor?» - Alfa y Omega

Orar con santa Teresa: «¿Para qué queréis mi amor?»

¿Cuántos sacrificios te has propuesto para esta Cuaresma? ¿Y para qué los haces? ¿Te has parado a pensar qué sentido tienen, si Dios no los necesita pues Él lo tiene ya todo? ¿Por qué quiere Dios contar contigo, si sin ti podría hacer las cosas mejor y más rápido? A todo esto responde santa Teresa de Jesús en la Oración para el Año Jubilar de esta semana, primera parte de la Exlcamación «¿Para qué queréis mi amor?»

José Antonio Méndez

Santa Teresa de Jesús no es Doctora de la Iglesia porque sí, ni por un capricho de Pablo VI. Lo es porque su forma de vivir la fe, y por tanto de transmitirla, refleja de un modo completo y vivo lo que enseña el Evangelio, lo que transmite desde los inicios del cristianismo la Tradición de la Iglesia y lo que destila el Magisterio desde san Pedro hasta hoy. Lo que vivieron y viven los santos; y lo que allana el camino a la Gracia para que surjan santos nuevos.

Sin embargo, lo que resulta curioso –aunque absolutamente lógico– es que santa Teresa no presente sus enseñanzas bajo una apariencia académica, doctoral, ilustrada y de una erudición enciclopédica, sino desde los comentarios sencillos y apasionados de una enamorada de Cristo vivo, esposa de una Persona más que experta en un personaje. En resumen: santa Teresa de Jesús es santa, y doctora de la Iglesia, porque aunque hubiesen podido faltarle las palabras (que no lo hicieron), jamás le faltó el amor a Dios y al otro; jamás le faltó el testimonio cristiano de su propia vida.

Desde esa óptica se comprende mejor una de las claves del magisterio de la Mística abulense: la de verse a sí misma como algo minúsculo, e incluso indigno, frente a la sublime e inabarcable grandeza del Dios de las misericordias. Por eso, en numerosas ocasiones contrapone la entrega total y gratuita de Cristo (no sólo aquel día en la cruz del Gólgota, sino cada día de nuestra vida a través de la asistencia de su Espíritu) frente a su rácana respuesta y a su poquedad humana. Una experiencia que ella misma ayuda a vivir, a sentir y a meditar a quien se acerca a sus escritos.

Ahora que comienza la Cuaresma y muchos se cargan de buenos y bienintencionados compromisos (no diremos nosotros que los compromisos cuaresmales sean innecesarios), podemos preguntarnos, con santa Teresa: ¿Para qué quiere Dios mis ofrecimientos, si no los necesita? Si Él tiene poder para actuar en el mundo sin mí, que encima con frecuencia entorpezco su labor, ¿por qué quiere hacerme partícipe de su obra? Si yo sólo puedo amarle tarde, mal y nunca, ¿por qué se empeña en buscar que le ame? Si Él es el Amor, ¿qué puede añadirle mi amor escaso y envilecido? Si a Dios no le falta nada, pues Él lo es todo, ¿por qué se empeña en buscarme precisamente a mí?

La respuesta se encuentra ante un Sagrario (o en su propia casa) leyendo y orando la Oración Teresiana para el Año Jubilar que Alfa y Omega le propone esta semana, y que es la primera parte de la Exclamación ««Para qué queréis mi amor?». Feliz y santa Cuaresma:

+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:

¡Oh esperanza mía y Padre mío y mi Creador y mi verdadero Señor y Hermano! Cuando considero en cómo decís que son vuestros deleites con los hijos de los hombres, mucho se alegra mi alma. ¡Oh Señor del cielo y de la tierra, y qué palabras éstas para no desconfiar ningún pecador! ¿Fáltaos, Señor, por ventura, con quien os deleitéis, que buscáis un gusanillo tan de mal olor como yo? Aquella voz que se oyó cuando el bautismo, dice que os deleitáis con vuestro Hijo. Pues ¿hemos de ser todos iguales, Señor?

¡Oh, qué grandísima misericordia y qué favor tan sin poderlo nosotros merecer! ¡Y que todo esto olvidemos los mortales! Acordaos Vos, Dios mío, de tanta miseria y mirad nuestra flaquea, pues de todo sois sabedor.

Amén.