Luis García Gutiérrez: «El motu proprio del Papa da más responsabilidad a los obispos» - Alfa y Omega

Luis García Gutiérrez: «El motu proprio del Papa da más responsabilidad a los obispos»

El sábado, el Vaticano hacía público el motu proprio Magnum principium, que reforma el proceso de traducción de los textos litúrgicos. Luis García Gutiérrez, director del secretariado de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal, explica a Alfa y Omega que con la nueva norma «se entiende que la Santa Sede asume» las traducciones de la liturgia en cada país, sin romper la unidad del rito en toda la Iglesia latina, que «no puede cambiar»

María Martínez López
Foto: CNS

¿Qué significa exactamente la reforma del canon 838?
Como hasta ahora, tiene que haber una recognitio, una aprobación de la Santa Sede con una carga más fuerte, para las adaptaciones, para los textos o ritos nuevos que una conferencia episcopal crea —elementos propios que se añaden al rito latino, como el rito de las arras en las bodas en España—. En cambio, para las versiones en lenguas vernáculas sin adaptación, aunque se sigue afirmando que la traducción debe ser fiel, el nuevo canon establece que la Santa Sede solo debe dar una confirmación de la misma.

Estos días se han dado interpretaciones diversas sobre qué supone esto para la labor de las conferencias episcopales en relación con el Vaticano.

Yo creo que se les da una mayor responsabilidad. Sabremos cómo cuando la Congregación de Culto Divino reforme sus estatutos para aplicar esta normativa

¿Afecta el motu proprio al cambio de la traducción del pro multis, que en algunos países está pendiente?
De momento no se sabe. Ese cambio busca una mayor literalidad. Todavía faltan conferencias episcopales por hacerlo, porque no todas han publicado aún la tercera edición del Misal, que es donde debía aparecer.

¿Este motu proprio se produce por algún conflicto concreto?
Lo que subyace en él es el problema con la instrucción Liturgiam authenticam (2001), sobre cómo deben traducirse los textos litúrgicos. Esta instrucción subraya la literalidad y la fidelidad. Esto le puede parecer normal a todo el mundo. Pero la literalidad crea muchos problemas, y la propia instrucción pone ejemplos de ello. Una lengua que proviene directamente del latín posiblemente tenga una palabra que corresponde a la latina, pero que igual está en un desuso tan grande que puede crear problemas de comprensión. Por ejemplo, «unigénito». O «Verbo», cuando antes se decía que Jesucristo era «la Palabra». En cierto sentido, la nueva norma pone como en suspenso estos principios, porque al dar competencia a las conferencias episcopales para hacer esta traducción «fiel», se entiende que la Santa Sede asume y confirma esas traducciones.

¿Y por qué el cambio ahora?
Es fruto de un trabajo de reflexión que se dio en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos sobre cómo articular las competencias de las conferencias episcopales y de la Santa Sede. Había necesidad de clarificar eso, y pienso que también de dar cierta agilidad a la gestión de la publicación de los textos litúrgicos.

La introducción del texto, además de subrayar la continuidad con la decisión del Vaticano II de traducir la liturgia, insiste en la importancia de conservar la unidad del rito romano.

Por eso la Santa Sede siempre debe tener una misión de vigilancia para conservar la unidad sustancial del rito romano, que no puede cambiar. Lo subraya el comentario del secretario de la Congregación de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos sobre la nueva norma. Una cosa son las traducciones, que podemos hacer de mil maneras diciendo lo mismo. Pero otra cosa es que cada conferencia episcopal, en virtud de esas adaptaciones, recreara o reformulara el rito romano. Esto no puede ser. Hay que conjugar la fidelidad y las traducciones.