Todos en la búsqueda de caminos de paz y reconciliación - Alfa y Omega

Con esta frase: «Todos en la búsqueda de caminos de paz y reconciliación», quisiera resumir lo que el Papa Francisco nos ha regalado en su viaje apostólico a Colombia; es una tarea válida y necesaria para los hombres de buena voluntad. Las palabras en los viajes apostólicos del Santo Padre van dirigidas a los cristianos del lugar que visita, donde se dan unos acentos y una problemática especial, pero también son las del Sucesor de Pedro que mira a todos los hombres. Buscar caminos de reconciliación es una tarea de toda la humanidad, hemos de buscarlos; sabemos que la búsqueda de la paz, la justicia y la verdad, y devolver la dignidad que Dios mismo da a todos los seres humanos cuando ha sido robada, es una tarea para todos.

En Colombia el Papa ha sido claro al pedir que, a pesar de los obstáculos y los distintos enfoques, persistamos en construir la cultura del encuentro, que en definitiva es saber que, más allá de las diferencias, somos parte de algo grande que nos une y nos trasciende: somos hijos de Dios y hermanos todos. Para los cristianos es la «cultura que comienza y tiene su culmen en la Encarnación». El Hijo de Dios no tuvo a menos hacerse hombre y venir al encuentro de todos, para que todos vivamos por Él, con Él, en Él y como Él. El Hijo nos ha revelado que somos hijos de Dios, el Hijo se hizo Hermano nuestro para mostrarnos y revelarnos que somos hermanos.

Nadie es sobrante en este mundo, todos somos necesarios para crear y formar la gran familia de los hijos de Dios, para construir la sociedad; de ahí que vayamos buscando con más tesón y más urgencia a quienes aún no cuentan, a quienes están postergados o arrinconados. Todos tienen cabida en esta tierra que hizo Dios para el hombre, al que puso como dueño de la misma. El Papa Francisco nos ha recordado cómo la Iglesia, fiel a su misión, está comprometida en servir y respetar la vida que es sagrada, a la familia soñada por Dios y que es fruto del amor de los esposos y, por ello, lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, a dejarnos interpelar por aquellos que muestran en sus rostros dolor y en sus manos súplica y ayuda.

El Papa Francisco en esta visita apostólica nos ha regalado miradas, tareas, ya desde los primeros momentos de su peregrinación en Colombia. Me gustaría convertirlas en bienaventuranzas que nos ayuden a situarnos en la vida como discípulos misioneros:

1. Bienaventurados si tenemos la experiencia viva en nosotros de que Dios nos ama con amor de Padre; entonces tendremos la alegría y el gozo que nace del amor de Jesús que nos invita a incendiar el mundo de este amor.

2. Bienaventurados si somos sensibles y nos dejamos conmover al reconocer los sufrimientos y las fragilidades del ser humano, y estos nos abofetean y movilizan.

3. Bienaventurados si somos capaces no solamente de juzgar y señalar desaciertos, que los hay, sino de comprender y de encontrarnos para dar soluciones. Seremos y haremos bienaventurados si entramos en la cultura del encuentro.

4. Bienaventurados si somos capaces de hacer algo difícil en la vida como es perdonar, con la seguridad de que eso sana el corazón de quien lo hace y de quien lo recibe. El Señor nos enseña a hacerlo, Él nos perdona y nos dice: sigue adelante, no te pares, haz el bien, da de lo que yo te he dado, he sanado tu corazón.

5. Bienaventurados si, como Jesús, damos el primer paso. De ese paso, que es el mismo Jesús, proviene la libertad de un amor que todo lo precede; quienes lo reconocen y lo acogen no tienen miedo a perderse saliendo de sí mismos.

6. Bienaventurados si somos capaces de no hacer enmudecer la voz, la vida y el amor de Aquel que nos ha llamado. Buscándolo siempre en la oración, cumplamos el primer paso imitando a Jesús, de ser uno para todos sean quienes sean.

7. Bienaventurados si somos humildes, si nunca aparece el miedo; es así como mantenemos el coraje para tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de la gente.

8. Bienaventurados si somos capaces de mantener la mirada propia de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, que nos anima a descubrir que siempre se puede hacer de otra manera; si dejamos de tener miradas miserables y vivimos del tesoro que es Jesucristo mismo, que nos impulsa a la búsqueda de la gloria de Dios, que es el hombre viviente.

9. Bienaventurados si miramos al hombre concreto y esclarecemos su misterio en Cristo, a quien ama, a ese de carne y hueso, con historia y fe, con esperanza y sentimientos, con desilusiones y frustraciones, con dolores y heridas.

10. Bienaventurados si tenemos la valentía de ir mar adentro a pesar de las dudas y temores a la tormenta, con capacidad de perdón y dejando la venganza, siempre en la búsqueda de la unidad, de la justicia, de la paz y de la reconciliación, poniendo la mirada en los que son excluidos y marginados y dejando la guerra que produce lo más bajo que hay en nuestro corazón.

He querido poner en forma de bienaventuranzas lo que el Papa Francisco ha dicho en Colombia, con la convicción de que son necesarias y urgentes para nosotros.