Comunión y misión - Alfa y Omega

Comunión y misión

«Todo el pueblo de Dios se pone en marcha para anunciar a Jesucristo». Con esta frase, resume el arzobispo de Madrid el Plan Pastoral para los próximos 3 años, que –aclara– «no va a ser algo que yo os dé ya hecho, sino que se trata de que lo hagamos entre todos»

Ricardo Benjumea

Monseñor Osoro presentó el 5 de marzo las líneas maestras del Plan de Evangelización de la diócesis para los próximos 3 años, durante un encuentro con directores y titulares de centros de Escuelas Católicas de Madrid, celebrado en el Colegio John Henry Newman. Coordina la elaboración del documento el Delegado episcopal de Catequesis, Carlos Aguilar. Se requerirá la aportación de teólogos y expertos, pero el reto es lograr la máxima participación. «Nada será definitivo sin consultar. Porque de lo que se trata es de que el Plan lo hagamos entre todos», aclaró el arzobispo.

Otra forma en que se concretará la colegialidad será la creación de «un consejo ampliado de la diócesis que mantendré permanentemente», y en el que, además de Vicarios y Delegados episcopales, estarán representados organismos como CONFER, FERE y «representantes del Consejo de Laicos», adelantó Osoro. De ahí saldrán «las decisiones de qué propuestas asumimos para llevarlas a cabo en la diócesis cada año» en materia de evangelización.

La comunión, el bien más precioso

Comunión y misión son los ejes del nuevo Plan Pastoral. «No os olvidéis que el bien más precioso es la comunión», subrayó don Carlos Osoro. «No digamos: Éstos son buenos, éstos son malos; éstos son míos, éstos no». El propio obispo pidió que, si sucumbe a ese tipo de actitudes, «¡me hagáis las maletas y me mandéis para Santander!» E insistió: «No a la división, no a las difamaciones, no a los celos».

El nuevo Plan Pastoral responde al apremio del Papa a «empezar una nueva etapa evangelizadora en la Iglesia, marcada por la alegría», y actitudes como el servicio, la humildad, la disposición al diálogo sincero… «No tengamos miedo a realizar una tarea apostólica, no seamos pesimistas, quejumbrosos, desencantados». «Debemos salir a anunciar el Evangelio con una confianza ciega en el Señor».

El primer paso es la propia conversión, desterrando actitudes conformistas, con la excusa de que algo siempre se ha hecho así. «Sed una voz profética», les dijo a las Escuelas Católicas. «¿Que metéis la pata? Pues me echáis la culpa a mí. Pero más vale meter la pata por hacer algo que estar sentaditos, haciendo siempre lo mismo, o no haciendo nada».

Nadie sobra. «Os necesito a todos… Aquí no hay cristianos de primera, de segunda y de tercera». El obispo quiere contar con «los que tienen compromisos mayores» en sus parroquias y comunidades, con «los que vienen a Misa los domingos» e incluso «los que vienen solamente a algún funeral».

Su idea, algo que le ha dado ya buenos resultados en otras diócesis, es formar pequeños grupos de apostolado, de un máximo de 15 personas, activas en el territorio de una parroquia, en la universidad, en la escuela… A todos los niveles, se propondrá como método de discernimiento en los grupos y comunidades la Lectio divina. A partir de la escucha y la reflexión de un texto bíblico, se reflexionará sobre qué respuesta dar ante «las situaciones que estamos viviendo en estos momentos».

Transformación misionera

El Plan diocesano se estructurará en tres años. El primero tendrá como gran objetivo la «transformación misionera de la Iglesia en Madrid», para «provocar en los creyentes un dinamismo de salida». Un segundo año abordará los «desafíos, tentaciones y búsqueda del espíritu verdadero del evangelizador», para concluir, en el tercer año, descubriendo «las repercusiones personales y sociales» que implica esta salida misionera.

Éstas son las grandes líneas del Plan. La formulación concreta será una incógnita hasta el final. Todos podrán hacer aportaciones, y todos echarán en falta algunos aspectos o detalles. «Seguro que tampoco saldrá lo que yo quiera totalmente, pero vamos a hacerlo –concluyó monseñor Osoro–. Se trata de que el pueblo de Dios se ponga en marcha para salir a anunciar a Jesucristo, que es lo más importante que puede hacer en estos momentos».

Pasión por educar

Monseñor Osoro se refirió en concreto a la aportación que espera de la escuela católica, en un momento histórico marcado por la que él denomina la enfermedad de las tres d: el desdibujamiento de la grandeza del ser humano, la desesperanza y la desorientación. El reto es «acoger, transmitir esperanza, ofrecer metas» al niño y al joven, lo que «requiere un acompañamiento paciente», sabiendo «esperar los tiempos oportunos». Ésa es la vocación del maestro, que el arzobispo valora especialmente, ya que –confesó– «la educación ha sido la pasión más grande que he tenido en mi vida. Aún hoy, cuando veo un aula, se me marchan los ojos y el corazón».