Cardenal Bagnasco: ante la incertidumbre, los cristianos debemos devolver la esperanza a Europa - Alfa y Omega

Cardenal Bagnasco: ante la incertidumbre, los cristianos debemos devolver la esperanza a Europa

El presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) ha pedido al inaugurar su Asamblea Plenaria en Bielorrusia que el Viejo Continente «no despilfarre los dos mil años de historia que la ligan al cristianismo y que han producido frutos de civilización y cultura»

María Martínez López
Foto: Shchyhlinskaya Aliaksandra/ccee.eu; Vitaly Polinevsky/ccee.eu

La Iglesia debe poner la esperanza en el centro de su labor evangelizadora para lograr que Europa vuelva a sus raíces y salga de la esterilidad e incertidumbre en la que está sumida. El cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova, ha inaugurado este jueves la Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que preside. El encuentro, que se celebra en Minsk (Bielorrusia) hasta el domingo, se centra en la relación entre los obispos y Europa, además de en los jóvenes, con vistas al Sínodo de Obispos que se celebrará en otoño de 2018 en el Vaticano.

En sus palabras, el cardenal Bagnasco se ha referido a una Europa «algo agotada, tal vez secretamente decepcionada», «deprimida, insegura sobre su alma, agobiada bajo el peso de recuerdos trágicos hasta el punto de querer borrar su pasado por medio de un renacimiento imposible y triste» que reescriba todo.

El presidente del CCEE ha atribuido esta situación a la expansión cada vez mayor del secularismo. Entre sus frutos, en vez de una mayor felicidad, «muchos observadores subrayan que en los corazones de la gente hay confusión, si no incluso angustia. “Europa está cansada de incertidumbre”, dice el Papa Francisco. ¡Y la historia nos enseña que la incertidumbre, si se generaliza y prolonga, puede ir muy lejos!».

«Europa debe quererse más»

Sin aludir a la reforma de la Unión Europea que empieza a abrirse paso en la agenda política, el arzobispo de Génova ha descartado que Europa se vaya a recuperar alejándose más de sus raíces. El Viejo Continente «no debe despilfarrar los dos mil años de historia que la ligan al cristianismo y que, a pesar de las sombras de la humanidad, han producido frutos de civilización y cultura; debe en cambio quererse más, debe creer en su potencial»; no como «centro del mundo» sino como una región que, al igual que las demás, «tiene algo bonito y único que ofrecer a la humanidad».

No es tarea de los obispos –ha reconocido– hacer cálculos económicos y comerciales, pero sí «recordar que Europa no es puramente un compuesto geográfico, ni solo un grupo de pueblos, sino una obra espiritual y ética; no es un organigrama, sino un cuerpo viviente, una comunidad de vida y destino».

Según el presidente del CCEE, «el cristianismo tiene la tarea de revivir las raíces europeas, raíces antiguas pero todavía capaces de brotar hoy. ¡Debe devolver la esperanza!». Esta ha de ser, de hecho, el eje de la tarea evangelizadora de la Iglesia en Europa.

Esperanza o esterilidad

El cardenal ha recordado que «la esperanza ha liberado las mejores energías, la fortaleza de los ideales, la capacidad de sacrificio, la iniciativa para investigar la naturaleza, los avances tecnológicos, el gusto por la filosofía, la literatura y las ciencias; ha aumentado la conciencia colectiva, inspirado la forma de convivir, sembrado las semillas de la democracia y producido obras maestras de belleza y arte». En cambio hoy nuestro continente «parece haberse vuelto estéril» por falta de esperanza.

Sin embargo, este fenómeno no es irreversible. En primer lugar, el presidente del CCEE ha apuntado a que el pesimismo «no agota la experiencia viva» de la gente, que en su vida cotidiana, en su amor y sacrificio por su familia, en la educación de los niños y el cuidado a los enfermos y los vecinos muestra «un heroísmo normal y cotidiano».

Vuelven las preguntas fundamentales

Recordando las palabras del Papa a la CCEE en 2014, el cardenal Bagnasco ha exhortado: «¡Europa, vuelve a ese Jesús que has dicho que no está en tus raíces!». ¿Cómo puede resonar su nombre en los corazones contemporáneos?, ha preguntado a continuación.

«El mejor aliado del Evangelio –ha respondido– no son nuestras organizaciones, recursos, programas, sino la persona humana». Al mismo tiempo que la cultura contemporánea busca redefinir las verdades elementales, «los hombres y mujeres tienen el deseo secreto de encontrar a alguien que ayude a que en su conciencia vuelva a despertar las cuestiones decisivas sobre la existencia, el destino, el futuro más allá de la muerte y el mal».

En medio del «barro» y la confusión de Occidente sobre el significado de la persona, ha comenzado un proceso de vuelta titubeante a las preguntas fundamentales. «Nadie podrá pararlo, porque los hombres y las mujeres no pueden vivir sin verdad y en una soledad radical». Por ello, el cardenal Bagnasco ha animado a los cristianos a estar vigilantes y no perder esta oportunidad.

El sueño de los padres fundadores

La imagen europea de la persona y de su dignidad «está determinada de forma profundísima por el cristianismo: el Evangelio fue el lecho en el que se sintetizaron las distintas contribuciones que ha conocido la historia del continente. Si se corta la raíz transformadora de Cristo, nos arriesgamos a que la dignidad humana no tenga fundamentación».

En un mundo con «viejos y nuevos gigantes», el presidente del CCEE se ha mostrado convencido de que el «David europeo puede ser él mismo si recupera el sueño de los verdaderos padres fundadores, hombres libres en la verdad y por tanto realistas sin prejuicios de ningún tipo, ni siquiera hacia la religión».