Orientaciones prácticas para la pastoral de los inmigrantes - Alfa y Omega

Orientaciones prácticas para la pastoral de los inmigrantes

Antonio María Rouco Varela

I. Conocimiento de la realidad

1. Conocer a los inmigrantes que viven y trabajan entre nosotros, y abrir procesos de sensibilización en nuestras comunidades.

Organizar con este fin, en cada Vicaría, jornadas informativas y de reflexión, invitando a participar en ellas a los sacerdotes y a los agentes de pastoral. (La Delegación diocesana de Migraciones dispone de los datos concretos correspondientes a cada uno de los barrios y pueblos, que publicará en breve).

II. Una pastoral integrada en la pastoral diocesana

2. Integrar la pastoral de migraciones en la pastoral ordinaria, como tarea propia de la comunidad cristiana.

3. Acoger generosamente en nuestras comunidades a los trabajadores inmigrantes que viven en el entorno, sea cual sea su raza, cultura y religión, o su situación administrativo-legal.

Crear espacios de encuentro que favorezcan el conocimiento y enriquecimiento mutuo entre los miembros de la comunidad que acoge y los inmigrantes que llegan.

4. Formar agentes de pastoral de migraciones a través de la participación en los cursos que organiza la Delegación diocesana de Migraciones.

Fomentar la coordinación con otras Delegaciones diocesanas cuyas propuestas se dirigen también a los inmigrantes, especialmente Pastoral obrera, de Familia, de Infancia y juventud, y Cáritas.

III. Una pastoral atenta a las necesidades de la persona

5. Dar respuesta a las situaciones de necesidad que reclaman la intervención de la comunidad cristiana

-ayudar, en la medida de lo posible y del modo más conveniente, a los que sufren necesidades materiales, estudiando atentamente cada paso y aplicando, para evitar abusos, el criterio de territorialidad parroquial;

-procurar que puedan ejercer sus derechos y acceder a los servicios sociales básicos;

-informarles sobre los temas de su situación de acuerdo con las orientaciones de la Delegación diocesana de Migraciones y ponerles en contacto, cuando sea necesario, con los servicios de la propia Delegación;

-ponerles en relación con los S.O.I.E.s cuando se trate de cuestiones laborales, e incorporarlos, si parece necesario, a programas específicos promovidos por Cáritas;

-valorar con ellos sus condiciones de vida y abrir, respetando y valorando su cultura, procesos de acompañamiento e integración en la sociedad y en nuestras comunidades, partiendo de sus centros de interés.

6. Prestar especial atención a la familia inmigrante, que, en algunos casos, comienza una nueva etapa de convivencia tras años de separación, desconoce por lo general nuestro sistema educativo y está preocupada por el futuro de sus hijos, creando escuelas de padres y grupos de orientación y apoyo.

7. Incorporar a la mujer inmigrante, llamada a jugar un papel importante en el proceso de integración, a los grupos de formación y promoción de la mujer, como pueden ser las aulas de cultura existentes en las parroquias o en los barrios. (Crear esos grupos de formación, si es necesario).

8. Informar a los jóvenes, orientarlos y apoyarlos en todo lo referente a su formación humana y técnica y a sus posibilidades de incorporación al mercado laboral.

9. Apoyar la acogida de los hijos de los inmigrantes en todos los centros de enseñanza, sobre todo en los de la Iglesia, y en los proyectos educativos para menores en las parroquias, solicitando las ayudas necesarias para ello.

Reconocer sus valores culturales y asumirlos en el proceso educativo, con el fin de favorecer su formación y su integración académica y social.

Sensibilizar a la comunidad educativa sobre la problemática de la población inmigrante. Ofrecer a los niños y jóvenes inmigrantes su incorporación a los Centros Educacionales para Menores (CEM) parroquiales, en vistas al apoyo escolar que pudieran necesitar y a su integración más completa en los colegios y en los barrios.

IV. El servicio a la fe

10. Integrar en la vida y celebraciones de la fe nuestras comunidades el patrimonio espiritual y cultural de los inmigrantes católicos, y promover los encuentros ecuménicos con los cristianos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.

11. Ofrecer a los que solicitan sacramentos un proceso catequético adecuado, que facilite su incorporación a la comunidad cristiana, teniendo en cuenta su situación y el cambio cultural que están experimentando.

12. Contar con los jóvenes de la segunda generación de inmigrantes para la programación y realización de la pastoral diocesana de infancia y juventud.

13. Cuidar que los capellanes de inmigrantes y sus equipos dirijan su acción pastoral a la integración de sus comunidades en la vida de la Iglesia diocesana. Para ello, han de poner todo su empeño en conocer las orientaciones pastorales diocesanas, e integrarse en el presbiterio y en el equipo de la Delegación diocesana de Migraciones.

14. Animar a los movimientos apostólicos a poner su compromiso y experiencia militante al servicio de la pastoral de migraciones.

15. Organizar en nuestra Comunidad Autónoma encuentros de reflexión y diálogo sobre la condición inmigrante, valorándola a la luz de la doctrina social de la Iglesia, en orden a la formación de una nueva opinión pública, a la formación de la conciencia y a una actuación coherente que propicie el reconocimiento pleno y efectivo de los derechos de los inmigrantes.