Bajo tu manto, Virgen de la Almudena - Alfa y Omega

Bajo tu manto, Virgen de la Almudena

Jesús Junquera Prats
Foto: pasionpormadrid.blogspot.com.es

La imagen de la Virgen de la Almudena que tenemos hoy es de finales del siglo XV, y así se la contempló hasta el año 1640, en el que la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV de Austria, le donó su manto real. Así estuvo desde ese momento hasta el año 1890, en el que el cardenal Sancha, obispo de Madrid, ordenó de acuerdo con la Academia de Bellas Artes que se dejase a la imagen libre de vestimentas y se contemplase tal como era.

No está tan lejano el tiempo en que nuestras abuelas contemplaban a la Virgen vestida con sus mantos, según la podemos ver en los grabados del siglo XVIII y XIX que tenemos en el Museo Catedral.

Siguiendo el ejemplo de la reina Isabel, otras reinas y las damas de la corte fueron donando distintos vestidos y mantos así como joyas que enriquecían la imagen. La mayor parte procedían del juramento o toma de almohada que hacían la nuevas damas que entraban a formar parte del servicio de la reina; como era la ceremonia más importante en la vida de una dama, se ponían sus mejores galas y luego las donaban a la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid.

Entre los mantos que conservó la Real Esclavitud cabe destacar el de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, realizado en tisú de seda con piedras y abalorios que donó en el año 1786 siendo princesa de Asturias; también el de la reina María Josefa Amalia de Sajonia, esposa de Fernando VII, realizado en raso bordado con guirnaldas de flores de azahar en oro; y los donados por la reina María Cristina de Borbón, también esposa de Fernando VII, realizados en tisú de plata y en tisú de oro con lazos azules. La reina Isabel II donó en el año 1854 un espectacular manto de raso de seda bordado en oro, que lucía la Virgen el día de su fiesta.

La camarera o encargada de vestir a la Virgen fue siempre una noble con grandeza de España y se seguía todo un ritual, que comenzaba en el palacio de la camarera, saliendo al frente de su servicio que llevaba las vestimentas necesarias así como las joyas y el manto con el que correspondía vestir a la imagen. El manto seguía los tiempos litúrgicos y cambiaba de color según estos. Hoy en día, el día de su fiesta, la imagen lleva por la parte trasera un manto distinto cada año, para que sea contemplado por el pueblo de Madrid que sale a venerar a su patrona.