Habla el vicario episcopal de Madrid para la Vida Consagrada: En el silencio, habló Dios - Alfa y Omega

Habla el vicario episcopal de Madrid para la Vida Consagrada: En el silencio, habló Dios

Se hizo el silencio en Cuatro Vientos, y, ante el Santísimo, muchos jóvenes tuvieron una profunda y apasionante conversación con Jesucristo. Algunos frutos empiezan a verse. No pocas chicas reconocieron o se animaron entonces a dar el Sí definitivo a su vocación a la vida contemplativa. Don Joaquín Martín Abad, vicario episcopal de Madrid para la Vida Consagrada, habla, en vísperas de la Jornada Pro Orantibus, que se celebra el domingo, sobre la incidencia de la JMJ en las vocaciones a la vida contemplativa

Redacción
Momento de la adoración al Santísimo, en la Vigilia de la JMJ, de Cuatro Vientos.

¿Qué incidencia han tenido las Jornadas Mundiales de la Juventud en suscitar vocaciones a la vida contemplativa de clausura?
Desde la JMJ de Santiago de Compostela, de 1989, he podido comprobar cómo las Jornadas Mundiales de la Juventud han sido ocasión de gracia para que el Señor suscite en la Iglesia vocaciones de especial consagración: para el sacerdocio, la vida religiosa y consagrada y la dedicación misionera. (Y también para la vocación matrimonial). En encuentros por distintas diócesis de España, algunos sacerdotes que ya llevan casi veinte años de ordenación y de ejercicio del ministerio, me han confiado que la llamada inicial, o el discernimiento definitivo de su vocación, la recibieron o lo hicieron a partir de su experiencia en el Monte del Gozo, junto al Beato Juan Pablo II. Lo mismo puedo decir de religiosos o miembros de institutos seculares y sociedades de vida apostólica. Además, muchos jóvenes se ennoviaron entonces, se casaron y, como ya llevan tres o cuatro lustros de matrimonio, algunos de ellos han acudido con sus hijos a la JMJ de Madrid 2011.

Entre las monjas y monjes de vida contemplativa y de clausura de distintos monasterios, también señalan como origen de su vocación una Jornada Mundial, y dicen: «Yo soy de la de Santiago»; «Yo soy de Czestochowa», o de Denver, Manila, París, Roma, Toronto, Colonia, Sídney… Se definen a sí mismos, vocacionalmente, con el año de esa quinta, o con el nombre de la diócesis donde se celebró.

¿La JMJ de Madrid, ya ha dado frutos vocacionales para la vida contemplativa?
Claro que sí, aunque se esperan muchos más. Porque estamos a nueve meses desde agosto pasado, y la maduración de la vocación a la vida contemplativa y su discernimiento lleva mucho más tiempo. Para quienes ahora ya han entrado en un monasterio, Madrid 2011 ha significado el último golpe de gracia en su decisión y respuesta, puesto que la vocación estaba como latente, y no es que se haya despertado, sino que la decisión ha cuajado en un diálogo íntimo con el Señor y como una respuesta de amor. Pero otras muchas jóvenes, y otros jóvenes, están ahora madurando y discerniendo, con ayuda de algún sacerdote y de algún monasterio, la verosimilitud de su vocación a la vida contemplativa, o a otra de especial consagración.

A todos sobrecogió el silencio largo y prolongado en los momentos de adoración al Santísimo en Cuatro Vientos, después de la tormenta. Pero quienes cuentan el diálogo que mantuvieron en ese silencio ponen de manifiesto que aquellos minutos no eran sólo de permanecer callados, sino de escuchar y de hablar, en lo profundo del alma, con Jesucristo, Dios, que estaba allí. No era, pues, sólo y simple silencio, sino un diálogo locuaz con el Señor en lo más íntimo, de entre tantos como estábamos juntos con el único Señor, ante quien estaba su Vicario y sucesor de Pedro, Benedicto XVI, y casi novecientos obispos, sucesores de los apóstoles.

Momento de la adoración al Santísimo, en la Vigilia de la JMJ, de Cuatro Vientos.

La semilla vocacional, también para la vida contemplativa, que allí se sembró tardará algún año más en fructificar como espiga y en grano limpio, en otros jóvenes. Pero, como se ve, ya se pueden comprobar, en distintas diócesis de España y del mundo, las nuevas vocaciones que vienen marcadas con el sello del 2011 y de Madrid.

El cardenal Rouco ha escrito que ha habido «un antes y un después» de la JMJ Madrid 2011. ¿Cuál ese antes y ese después?
El señor cardenal también ha dicho que la Jornada del 2011 se pudo producir por el antes, es decir, no sólo por la preparación próxima, sino también por el trabajo pastoral anterior de tantos sacerdotes y consagrados, de tantos laicos comprometidos en la pastoral ordinaria y en el trato apostólico con jóvenes. Sin ese trabajo pastoral anterior y continuado, no hubiera podido producirse lo que vimos y palpamos en el agosto del 2011.

Pero también hay un después. Porque la Jornada, si fue una cosecha, a su vez fue una gran siembra que hay que cuidar y madurar con la gracia de Dios y con la dedicación generosa de todos. El después, aquí en nuestra archidiócesis y Provincia Eclesiástica, no sólo en Madrid, sino también en Alcalá de Henares y Getafe, va a continuar con la Misión Madrid, dirigida a todos: niños, jóvenes y adultos, justamente en el Año de la fe, que vamos a vivir, y con la reflexión de la próxima Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización, dos acontecimientos de gracia que ha convocado en la Iglesia universal Benedicto XVI. Se trata, como dice el Papa en la Carta apostólica Porta fidei, de profesar, confesar y comunicar anunciando la fe.

En otras diócesis, me consta que los grupos de jóvenes que se formaron con ocasión de la preparación de la JMJ Madrid 2011 se siguen reuniendo para la oración, la formación y el apostolado asociado, por parroquias y movimientos. Están estudiando el Youcat y los discursos del Papa, pues con la emoción de estar con él y oírlo una vez, no es que les pasaran inadvertidos, pero al ser tan sencillos, y a la vez tan profundos, hay que volver a releerlos, orarlos y aplicarlos, una y otra vez.