«El Señor me quiere voluntaria contemplativa» - Alfa y Omega

«El Señor me quiere voluntaria contemplativa»

Colaborador

Nací en una familia católica que siempre me ha educado en la fe, pero en mi adolescencia me alejé de la Iglesia. El Señor salió a mi encuentro una semana antes de la Confirmación. Los catequistas organizaron una convivencia, a la que fui obligada. Dos chicas dieron testimonio de su conversión, y me sorprendió el cambio en sus vidas de un día para otro por haber tenido un encuentro personal con el Señor. Esto me conmovió muchísimo.

Poco a poco, en peregrinaciones y oraciones con más jóvenes de la diócesis, empecé a tener encuentros fuertes con Él, pero todavía no comprendía muchas cosas y mi vida no estaba en total coherencia con el Evangelio.

En una oración para jóvenes, sentí en mi interior que mi vida sólo tenía sentido en la oración, en el silencio y en la intimidad con Él. Me mostró que yo sólo podía ayudar a la gente mediante la oración, y en ese instante, el Señor me recordó a las Hermanas clarisas. Las había conocido un mes antes, en un retiro de Semana Santa. Él puso en mí este deseo, y el miedo intentó acallarlo, pero al final, tras dos semanas, decidí ponerme en contacto con ellas.

Uno de mis miedos era sentirme encerrada. Sin embargo, experimenté la verdadera libertad, sin depender de las cosas que yo consideraba necesarias: redes sociales, móvil, salir con los amigos…

A los pocos meses, llegó la JMJ, en la que participé como voluntaria de mi diócesis. Uno de los momentos más impresionantes fue el silencio que se guardó en la Vigilia ante la Presencia del Señor. Ahí, Él me confirmó que mi vida era la oración, pero el miedo otra vez intentó acallarlo.

Pasaron las semanas y empecé Pedagogía. La carrera me gustaba más de lo que yo podía esperar. Intenté hacer mi vida fuera de lo que el Señor me estaba pidiendo, pero, a los dos meses, una persona me invitó a una oración y no pude decirle que no. El Señor me hizo recordar esa experiencia de libertad y todos los momentos vividos en el monasterio. No pude dudar que habían sido de los días más felices de mi vida. Y Él me dejó muy claro que era el momento de dar el paso.

El fin de semana siguiente, mi diócesis organizaba un encuentro de formación dirigido por un obispo. El hecho de ser pocos creó un ambiente de confianza y él se mostró disponible para hablar de forma personal con quien quisiera. Le comenté mi inquietud, y me animó a no tener miedo. Salí con gran paz y decidí entrar en el monasterio.

El Señor me pidió ser voluntaria de la JMJ y por ello tuve que «renunciar a participar de un modo directo en todos los actos, al tener que ocuparme de otras tareas de la organización», como nos dijo Benedicto XVI, en su homilía a los voluntarios. Ahora, renuncio a participar en muchos actos de la Iglesia porque el Señor me quiere voluntaria contemplativa.

Irene
Franciscanas Clarisas. Vivar del Cid (Burgos)