Maestro y testigo - Alfa y Omega

Maestro y testigo

En este recién estrenado mes de octubre se conmemoran los 100 años del nacimiento del padre jesuita Tomás Morales. Con este motivo, Benedicto XI envió un mensaje «a toda la Familia de Santa María, y a todos los grupos por él fundados», en el que les animaba a «imitar la audacia del Padre Morales en presentar los más altos valores espirituales, especialmente a los jóvenes trabajadores y estudiantes», e impregnar «toda la existencia con la fe e irradiar espíritu evangélico en los diversos ambientes de la sociedad»

Anabel Llamas Palacios

El 30 de octubre de 1908 nacía, en Macuto (Venezuela), Tomás Morales, aunque llegaría a España siendo aún un niño. Recibió una esmerada educación en el colegio de jesuitas de Chamartín, en Madrid, y posteriormente se licenciaría en Derecho, en la Universidad Central de la misma ciudad, donde obtuvo el Premio Extraordinario. A los 23 años decidió abandonar esta carrera para ingresar en la Compañía de Jesús, en Bélgica, y en el año 1942 fue ordenado sacerdote, en Granada.

En seguida comenzó su labor fundamentalmente con los laicos, lo que supondría una constante en su vida. Realizó su labor desde el principio con trabajadores de empresa, con los que fundó el Hogar del empleado, en 1946, y después vendrían más fundaciones, siempre con el mismo carisma: la salvación de las almas en medio del mundo, aunando como nadie un tronco ignaciano con savia carmelitana. El padre Morales estaba convencido del gran potencial de los laicos desde su mismo Bautismo, y en esta misma línea dejó al mundo su legado: los Hogares de Santa María, el movimiento juvenil Milicia de Santa María, y los institutos seculares Cruzados y Cruzadas de Santa María.

En este mes recién estrenado se cumple el centenario del nacimiento de este Siervo de Dios, en proceso de beatificación. Su labor se ha extendido ya por todo el mundo, y está presente en multitud de países. Por eso, en la conmemoración del centenario del nacimiento del Siervo de Dios padre Tomás Morales, jesuita, han podido estar presentes más de quinientas personas venidas de todos los puntos de España, pero también de Perú, de Chile, de Colombia, de Italia, de Irlanda, o de Alemania.

Esta gran celebración, que ha tenido lugar el pasado fin de semana (26-28 de septiembre), contó con actividades tan variadas como representaciones teatrales, espacios para testimonios y vídeos, o conciertos de música clásica.

Además, fue presentado el libro, publicado en la BAC, Vida y obras del padre Tomás Morales, SJ, y el domingo se puso el broche final con la celebración de la Eucaristía en la catedral de Nuestra Señora de La Almudena, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco.

Don Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, en Roma, fue uno de los invitados a participar en el Centenario, y lo hizo pronunciando una conferencia acerca de Los laicos ante el tercer milenio. En su intervención quiso poner de relieve que, precisamente por estas fechas, se celebra el 20 aniversario de la Exhortación apostólica Christifideles laici, de Juan Pablo II, sobre el papel de los laicos en la Iglesia, lo cual suponía una «feliz coincidencia de conmemoraciones». Y es que el padre Morales se volcó sobre los laicos como un «enorme potencial por explorar».

Doña Victoria Hernández, postuladora de la Causa de beatificación del padre Tomás Morales, y Juez del Tribunal de Apelación de Roma, es la autora de la Vida y obras del padre Tomás Morales, SJ. Una biografía en la que, según la propia autora, ha querido «resaltar facetas y aspectos de la vida del padre Morales y de su personalidad que puedan resultar más aleccionadoras para el hombre de hoy, para cada uno de nosotros». Sin embargo, esta empresa no fue fácil: «Reservado, callado y misterioso», así define al padre Morales su postuladora y biógrafa. «La documentación recogida personalmente en estos diez años —explica la autora—, conservada ahora en el archivo de la Postulación, permite descubrir otros lados del padre Morales, así como colmar lagunas de la precedente biografía».

El profesor de Metafísica de la Universidad de Barcelona, don Eudaldo Forment, afirmó que «esta obra consigue plenamente dibujar la figura del padre Morales en sus dimensiones humanas, culturales, religiosas y espirituales».

En su intervención, monseñor Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, recordó que no se trata de la primera biografía publicada sobre el padre Morales. La primera había aparecido justo después de su muerte, lo que supuso el honor de ser la primera, aunque realmente es ésta la que se escribe, por un lado, «con un estadio de madurez de la memoria más notable», y, por otro lado, «con toda la documentación posible recogida».

En la presentación del segundo volumen de su biografía, las Obras pedagógicas, participaron el director de Alfa y Omega, don Miguel Ángel Velasco Puente, quien presentó al director general de la BAC (editorial que ha publicado la biografía), a don Juan Antonio Gómez Trinidad, catedrático de Filosofía y diputado del Partido Popular, y a doña María Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús, de Ávila. Ella misma afirmó, en su intervención, que «todos los que estamos aquí presentes somos resultado de la pedagogía del padre Morales». Una pedagogía en la que el propio padre Morales era maestro y testigo al mismo tiempo: «Maestro, porque fue ejemplar, nunca enseñó nada que él no viviera primero; y testigo, porque tenía conocimiento directo de las cosas».

Al día siguiente, en su homilía en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena, el cardenal arzobispo de Madrid quiso recordar también la figura del padre Morales, su testamento vital, que son las numerosas personas que hoy en el mundo han decidido seguirle según su carisma, y el mundo que rodeó a este jesuita ejemplar, que «todavía es nuestro mundo». Y dijo también el cardenal Rouco: «Su respuesta a aquellos tiempos fue entregar su vida, ser de Jesús radicalmente. Siendo completamente del Señor, todo tiene solución».

«Los jóvenes se entusiasmaban con él»

Habla María Victoria Hernández, postuladora de la Causa de beatificación y biógrafa

¿Cómo nació la idea de elaborar esta gran biografía del padre Morales?
El origen de la biografía es un poco trivial, porque después de haber terminado el proceso de beatificación en algo tenía que emplear el tiempo. Pero en seguida esta trivialidad dio paso a la gratitud y al deber para con el padre Morales. Un deber como postuladora de sacar a la luz lo que del proceso se puede decir, como son los documentos, porque están en el archivo de la postulación, que son documentos públicos, y en ellos me he basado para la elaboración de la biografía.

Cuando leyó todos los documentos, ¿apareció algo que la sorprendiera sobre su carácter o su vida, usted que tan bien le conoció?
No. Lo cierto es que cuando los leía, los documentos me corroboraban lo que yo ya había visto en él. Por ejemplo, el padre Morales era a veces visto con un carácter exigente o duro. Eso lo observaron también los jesuitas, está contado en la biografía. De hecho, cuando empezó el apostolado en un pueblo de Badajoz, en sus primeros siete años, los superiores locales referían a los generales cómo dominaba este carácter, y cómo le seguían los jóvenes con los que trabajaba y estaban entusiasmados con él. Llama mucho la atención también la continuidad de su vida, siempre desde el principio hasta el final, igual, sobre todo en el objetivo de llevar las almas a Dios, eso fue lo único que le movió al padre Morales.

Valeria Datino: «El padre es un maestro en mi familia»

Yo conocí la institución cuando era soltera, con lo cual puedo decir que ésta es la formación de mi familia entera. Nosotros intentamos vivir el carisma del padre Morales, y lo que el padre quería para las familias. A mí personalmente, y lo mismo para mi marido, nos sirve para poder educar a nuestros hijos, ir a una, que no es fácil, y para crecer en la fe; para no olvidarnos del Señor y pensar que nuestro matrimonio no somos sólo él, yo y nuestros hijos, sino tener presente también a Jesucristo, que está en nuestra vida. En todo esto, el padre Morales es un maestro que nos enseña cómo hacerlo.

María José Brit: «Todo se lo debo a la Milicia»

Todo lo que tengo se lo debo a la Milicia. Trabajo de enfermera en un hospital, y en el ámbito espiritual ser militante me ayuda muchísimo, porque tengo a Dios en el centro de mi vida; y en la parte humana, puedo recibir formación en valores, en temas que luego en la vida diaria tienes que poner en práctica con la gente que te rodea.

Diane Soto: «Un cambio radical en mi vida»

Venimos un grupo de Perú de 50 personas. Yo conocí la Milicia en el año 2000, y me hice militante en el 2001. Para mí la figura del padre Morales es algo muy grande, ha sido un don enorme conocer el carisma de la Milicia, porque ha significado un cambio radical en mi vida. Como si me hubieran presentado un nuevo mundo. Siento que eso ha sido muy positivo para mí y, día a día, me sigue ayudando.

Padre Melchor Sánchez: «El padre Morales fue un hombre de Dios»

Soy sacerdote diocesano, y tuve el privilegio de conocer al padre Morales cuando era joven. Yo pienso que el padre Morales era un hombre de Dios, que es aquel que da el punto de vista sobrenatural de las cosas. Ése es el sentido auténtico de la palabra profeta, que no es el que anticipa, sino el que ve las cosas con los ojos de Dios y es capaz de transmitirlas. Recuerdo una vez que estaba en la residencia de los chicos, iba a estudiar a la biblioteca, y me lo encontré. Él me preguntó: «¿Dónde vas?», y yo le dije: «Voy a estudiar», y me contestó: «No: a amar estudiando». Esta frase me cambió, me di cuenta de que le daba una perspectiva totalmente diferente.

Teresa María Cañas: «El año que viene pasaré de juvenil a militante»

Tengo 13 años, y a mí la Milicia me ayuda mucho porque me ayuda a comprender mejor las cosas sobre Dios, hago muchas amigas, me ayudan a entender cosas importantes.

Conocí la Milicia a los 7 años, con mis padres, y éste es mi último año como juvenil: el año que viene pasaré a ser militante, y creo que será una experiencia muy bonita.