Beatriz Galindo, la Latina - Alfa y Omega

Beatriz Galindo, la Latina

Cristina Tarrero
Foto: Tamorla

Madrid es una ciudad acogedora. A lo largo de los siglos ha ido recibiendo población procedente de otras comunidades, de otros países, que se ha ido sintiendo madrileña de adopción y que ha dejado su impronta en la ciudad. Entre ellos destaca Beatriz Galindo, la Latina, que da nombre a un instituto e incluso un barrio. Beatriz fue una mujer excepcional en una época donde las mujeres no destacaban por su formación. Había nacido probablemente en Salamanca, hay constancia de su procedencia de una familia numerosa e hidalga.

Fue educada para ingresar en un convento, pero pronto sus padres descubrieron su inteligencia natural y le permitieron estudiar en alguna de las academias de Gramática. Salamanca era en el siglo XV una ciudad erudita, donde Beatriz destacaba. Allí aprendió latín y a traducir a los clásicos, pronto alcanzó la fama e incluso se cree que podría haber impartido alguna conferencia en la universidad, pues aunque las mujeres no podían dar clase, sí pudo acudir como invitada. Lo cierto es que Isabel I recibió noticias de esta mujer que destacaba por sus conocimientos y la invitó a la corte; una vez que la conoció le pidió que se quedara con ella. Isabel no tenía hasta entonces una gran formación y deseaba ampliar sus conocimientos. Por ello, la Latina se encargó de su educación y la de sus damas de compañía.

Pronto Isabel escribiría sus propias cartas y no tendría la necesidad de recurrir a su marido, el rey Fernando, para entender las misivas que recibía. Ambas entablaron amistad y Beatriz acompañó a la reina en casi todas sus salidas. En 1491 se casó con un oficial de artillería viudo, Francisco Ramírez, con el que tendría dos hijos, y con él fundó el Hospital y Convento de la Concepción, más conocido como el Hospital de la Latina. Durante la invasión francesa estuvo habilitado como hospital militar y, a finales del siglo XIX, fue derribado y en su lugar se construyó el actual teatro del mismo nombre. La portada se llevó a uno de los almacenes municipales, donde quedó olvidada; pero más tarde, gracias a un estudiante de arquitectura, fue reconstruida y se encuentra en el parking del Museo Nacional de Arquitectura. La escalera está en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y los sepulcros de Beatriz y su marido en el Museo de Historia de la ciudad.