En estos días de ruido y odio, recuperemos el recuerdo de Barcelona 92 - Alfa y Omega

En estos días de ruido y odio, recuperemos el recuerdo de Barcelona 92

Eva Fernández
Foto: ABC

Cuando a tu propio país se le ha doblado una esquina, llega el momento de bajar del altillo la caja de los recuerdos compartidos. Puede que incluso encontremos el original de la foto que ahora está hecha trizas y podamos ir recuperando las piezas. Una a una. Con mucho tacto. Aparece de repente un recorte con la imagen de aquel instante en el que el arquero paralímpico madrileño Antonio Rebollo lanzó una flecha de fuego que encendió el pebetero de las Olimpiadas en Barcelona 92. Recuerdos que aún hoy emocionan. España entera estalló en un aplauso. Nadie se perdió aquella ceremonia. Por la memoria van multiplicándose las imágenes: la mascota Cobi diseñada por el valenciano Javier Mariscal, Los Manolos cantando amigos para siempre, el oro del atleta soriano Fermín Cacho tras entrar en el estadio con los brazos en alto después de un esprint arrollador, aquella bandera de España enarbolada por el entonces príncipe Felipe desfilando al frente de nuestros deportistas, escuchar al líder de Queen, Freddie Mercury, junto a Montserrat Caballé cantando Barcelona, –el himno oficial de los Juegos–… una mezcla prodigiosa que sigue poniendo los pelos de punta. Ver encestar el balón con la magia irrepetible del Dream Team en manos de Michael Jordan y Magic Johnson; el arte de La Fura dels Baus junto a la traca rumbera de Peret y Los Amaya. Todo aquello nos llenó de orgullo.

La memoria supone un acto de lealtad con la historia, pero parece que algunos la tienen tan selectiva que no se reconocen en estas fotos. Olvidan todas las veces en las que, compartiendo grada o televisor, en Las Ramblas o en Triana, aplaudían juntos el éxito de los deportistas españoles. Llega el momento de recordar. Prescindamos de quienes se empeñan en borrar nuestra memoria o intentan reescribirla obviando la hemeroteca y hasta sus propios sentimientos. Cuanto más recordamos, ellos más pierden. Por eso, en estos días de ruido, sinrazón y odio, conviene recuperar la memoria, tener siempre a mano ese álbum de recuerdos y enseñarlo a quienes nos pregunten, para cuando llegue el momento de recomponer este puzle roto.