Miembro del equipo organizador de la Jornada Asiática de la Juventud: «Los jóvenes coreanos han despertado» - Alfa y Omega

Miembro del equipo organizador de la Jornada Asiática de la Juventud: «Los jóvenes coreanos han despertado»

Ester Palma tradujo, para el Papa, el encuentro con los jóvenes asiáticos del día 15 de agosto, en Corea. Los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios, comunidad misionera a la que pertenece, desarrollan gran parte de su trabajo con jóvenes, y han colaborado con la organización de la VI Jornada Asiática de la Juventud. Ester cree que «el Papa ha querido poner a Corea en el foco de la evangelización de Asia»

María Martínez López
Somos la luz del mundo. Un momento del encuentro del Papa con los jóvenes, el 15 de agosto, en el santuario de Solmoe

¿Qué mensajes del Papa cree que son más importantes para la Iglesia en Asia?
Lo primero que es significativo es que el Papa haya elegido venir a Corea para asistir a la Jornada Asiática de la Juventud (JAJ), un encuentro de sólo 2.000 jóvenes —mil asiáticos y mil coreanos— que son delegados de sus comunidades. Llegaron a ser 6.000 jóvenes porque, a la vez, organizamos una Jornada Coreana de la Juventud. ¡Cualquier día que el Papa se asome a su balcón, en Roma, hay cada vez más gente! Creo que él tenía el deseo de encontrarse con los jóvenes de toda Asia, era una oportunidad para él. Uno de los mensajes más significativos para la Iglesia en Asia fue el de la comida con los obispos del continente. Todos ellos viven en realidades no cristianas. El Papa les dijo que debemos tener nuestra identidad cristiana, pero también estar abiertos a dialogar. Los animó a seguir caminando con la gente, también en esa pobreza de no ver, en la mayoría de países, grandes cifras de conversiones. También hablar de pobreza ha sido un tema profético en Corea. Para estar con los pobres, la Iglesia tiene que ser pobre.

El Papa quiere impulsar la evangelización de Asia. ¿Qué papel puede jugar Corea?
Corea es un país que tiene muchas posibilidades, tanto económicas como por el momento que vive la Iglesia. Pero la Iglesia tiene un punto débil: ha estado muy centrada en sí misma, un poco enriquecida y orgullosa. En comparación con otros países como Vietnam o Indonesia, donde la Iglesia es muy pequeña, pobre o incluso perseguida, pero está mandando ya misioneros a otros países, te das cuenta de que estamos dormidos. El lema de la Jornada era Juventud de Asia, ¡despierta! La gloria de los mártires brilla sobre ti. El Papa iba en esa línea con mucha intención, queriendo poner a Corea en el foco de la evangelización de Asia. La evangelización de Asia tienen que hacerla los asiáticos. El Papa venía a ponerlos en camino, pero no de cualquier manera, sino desde la humildad y el servicio, sin triunfalismos. Tengo la esperanza de que su visita va a dar ese fruto. Creo que los jóvenes coreanos han despertado, al ver que en otros sitios no tienen catequistas ni sacerdotes, o la realidad de la Iglesia china.

Su comunidad trabaja en la pastoral juvenil. ¿Cuál es la situación de los jóvenes coreanos?
La sociedad coreana es muy competitiva. No por su tradición, sino porque, con el desarrollo de las últimas décadas, ha puesto el valor en el dinero y el poder. Se lo dijimos al Papa en una carta que le mandamos desde la diócesis para orientarle. Aquí, el sistema educativo martiriza a los jóvenes. Desde pequeños, los preparan para el examen de acceso a la universidad: 15 o 17 horas al día, sin jugar ni nada… llegan a la universidad destruidos. La sociedad les inculca que si no son el número 1, no valen. Las altas cifras de suicidios se deben a que se sienten incapaces. Los valores del Evangelio —perdón, caridad, servicio a los demás— están totalmente perseguidos, porque parecen una renuncia y nadie quiere quedarse atrás. ¿Cómo les inculcas el valor del otro, del débil? Algo como prestar los apuntes les supone una lucha.

¿Qué respuesta ofrece la Iglesia?
Queríamos que la referencia a los mártires en la Jornada fuera un estímulo para los jóvenes, para que tomaran conciencia de que ellos también están en medio de persecuciones y tienen que ser valientes. También en nuestros retiros con jóvenes les hablamos siempre de ello: tienes que ser tú mismo, no tienes que llegar a Samsung o Kia, si quieres ser peluquero o pintor, debes desarrollar ese talento. Pero tenemos pendiente una catequesis con los padres, para que pongan sus valores en otro sitio. El discurso competitivo está tan generalizado que incluso muchos padres católicos les dicen que no se preocupen por ir a Misa, o a hacer un voluntariado, porque van a perder esas horas de estudio. Muchos jóvenes participan en estas cosas en contra de los padres.

¿Cómo se ha recibido al Papa en un país tan diferente?
Aunque no es un país cristiano, todo el pueblo le estaba esperando. Aquí, la Iglesia tiene muy buena imagen, porque aunque viva en esta sociedad materialista, la gente, en su corazón, anhela otra cosa. Un día, en el autobús, un señor me dijo que el Papa le inspiraba porque siempre elegía coches pequeños. En Corea, el tipo de coche que uno lleva es muy importante. Otra cosa que al pueblo coreano le ha tocado mucho han sido los gestos con las familias de las 300 víctimas del naufragio del ferry, que contrastan con la actitud fría y los intentos de ignorarlo de periodistas y políticos. El naufragio fue un momento de enorme depresión y vacío para toda la sociedad, de preguntarse de qué nos sirve tener los mejores medios, si no se pusieron al servicio de la vida de esos chicos. El Papa ha sabido dónde nos duele, y se ha acercado a nosotros.