«Donde un cristiano ofrece su vida por hacer presente el amor de Dios, se hace visible la Iglesia» - Alfa y Omega

«Donde un cristiano ofrece su vida por hacer presente el amor de Dios, se hace visible la Iglesia»

El voluntariado es positivo porque permite sensibilizarse ante la pobreza y las injusticias, subrayó el cardenal Carlos Osoro en la Eucaristía final del Congreso Católicos y Vida Pública. Pero la acción social de la Iglesia pasa por «compartir lo que uno es» para terminar encontrándonos realmente con los pobres

María Martínez López
Un momento de la inauguración del congreso. De izquierda a derecha, Manuel Soroa, monseñor Renzo Fratini, Carlos Romero, monseñor Fidel Herráez y Rafael Ortega. Foto: CEU

«No esperen un congreso de grandes conferencias magistrales», advirtió el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Carlos Romero, al inaugurar el Congreso Católicos y Vida Pública. Lo que se iba a escuchar en esta XIX edición, dedicada a La acción social de la Iglesia, era la demostración de cómo «allí donde un cristiano ofrece su vida por hacer presente el amor de Dios, se hace visible la Iglesia». Y no solo la Iglesia: es «la expresión más elocuente de la acción de Dios mismo en el mundo».

Ante el hambre, la pobreza y la crisis de refugiados, «la política puede hacer mucho», reconoció el nuncio del Papa en España, monseñor Renzo Fratini. Eso sí, «cuidando de que el pobre sea servido huyendo de cualquier planteamiento ideológico». Pero es necesario además tocar a Cristo en los necesitados. Esa actitud nace de «reconocer los propios límites ante Dios y acudir misericordioso ante las necesidades de los demás». «El santo que no ama a los pobres no existe».

Y esto es así porque la caridad surge del mismo encuentro con Cristo, «una Persona que da un nuevo horizonte y una orientación decisiva a la vida». Lo afirmó monseñor Fidel Herráez, coconsiliario nacional de la ACdP. La caridad se manifiesta —añadió— tanto en «el compromiso individual de cada cristiano» como en los diversos carismas e instrumentos que han ido surgiendo en la historia de la Iglesia; «desde la institución del diaconado en los inicios, hasta el último programa de cualquier organización eclesial actual».

El dolor de una abuela

El congreso dio voz a muchos de estos grandes actores. Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española, logró transmitir la necesidad de tocar las heridas de gente como Ángeles, que no sabe «si vive en la calle porque está loca, o está loca porque vive en la calle». O como aquella abuela que sufría por haber dado a su nieto ese dinero que acabó en una sobredosis. Son situaciones muy complejas que requieren medios y buena formación, «porque la buena voluntad es imprescindible, pero no siempre suficiente».

Sin embargo, Bretón coincidió con el secretario general de Manos Unidas, Ricardo Loy, en que ni siquiera los proyectos mejor realizados bastan. Es imprescindible además —en palabras del segundo— investigar, concienciar y denunciar proféticamente «las causas de la pobreza y la desigualdad» en el ámbito político y social, para así «generar cambios de actitudes, valores, y estructuras».

Nexo de caridad entre cristianos

También es ejemplo de acción social la de Ayuda a la Iglesia Necesitada. En palabras de su presidente
en España, Antonio Sáinz de Vicuña, esta fundación pontificia «apoya la labor evangelizadora de la Iglesia allí donde es perseguida o donde sufre». Pero, si se mira más a fondo, esta labor no es más que establecer «un vínculo de caridad entre cristianos que geográficamente están alejados pero que tienen necesidad unos de otros».

«La acción social de la Iglesia no es una obra buena de voluntariado para hacer unas horas o en determinados días», concluyó el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, en la Eucaristía final del congreso; aunque esa forma de implicación es buena para sensibilizarse acerca de la pobreza y la injusticia. «La acción social de la Iglesia nos tiene que llevar a un verdadero encuentro con las necesidades de los hombres, de tal modo que el compartir lo que uno es y tiene se convierta en un estilo de vida de todos los discípulos de Cristo. Se trata de encontrarnos con los más pobres».

Somos custodios los unos de los otros

La glesia sin caridad no existe: son palabras del Papa Francisco, palabras que han estado presentes durante los tres días que ha durado el XIX Congreso Católicos y Vida Pública. Un congreso organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU con el título La acción social de la Iglesia por el que han pasado los ponentes más cualificados de las realidades sociales más importantes de España y del mundo, desde Cáritas, Manos Unidas o Ayuda a la Iglesia Necesitada hasta Mensajeros de la Paz, pasando por la Comisión de Justicia y Paz y la Comunidad de Sant’Egidio.

A su término, se ha hecho público un manifiesto en el que se expresa «el compromiso de participar activamente en la vida pública a través la política —una de las más altas formas de caridad—, desde los valores cristianos de la verdad, la justicia, la libertad y la dignidad irrenunciable de la persona, así como suscitar una concepción positiva y trascendente del hombre y de su destino». El compromiso también se dirige a «promover comportamientos en favor de la cultura de la paz; a denunciar toda forma de explotación y consumismo, y a crear soluciones para superar las causas de la pobreza de tantos millones de hombres, mujeres, niños y ancianos descartados».

Hay apoyo total, como no podía ser de otra manera a la familia y a la igualdad de derechos de la mujer y la cultura del respeto a la vida «desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Tendemos la mano a los emigrantes y los acogemos como hermanos. Ponemos toda nuestra atención y cuidado en la salud del planeta —la casa de todos—, a través del uso racional de los bienes y la protección de la naturaleza. Testimoniamos y agradecemos el empeño de nuestros colegios, universidades y centros universitarios, así como de innumerables instituciones educativas de la Iglesia por llevar adelante proyectos de voluntariado y cooperación al desarrollo. Por eso, nos comprometemos a ser educadores según el corazón de Dios, convencidos de la importancia de la educación animada por la fe católica y su empeño por una formación integral, excelente, y abierta a los más auténticos valores humanos y cristianos».

Estos tres días de convivencia e intercambio de experiencias personales han servido también para que los más jóvenes tuvieran su lugar de encuentro con el objetivo principal de que fueran capaces de encontrar otras alternativas de ocio y desarrollar todo su potencial para ser conscientes de su responsabilidad frente a la sociedad del futuro. Un ejemplo ha sido el debate joven, que tuvo lugar en el colegio mayor San Pablo, en el que varios jóvenes desarrollaron sus experiencias.

También hay que destacar la exposición de la acción social, realizada por la ACdP y sus centros educativos, titulada Custodios los unos de los otros, en la que se han podido conocer los centenares de proyectos realizados en más de 50 países por hombres y mujeres del CEU que «son custodios, dispuestos a trabajar por el bien común». La solidaridad es uno de los pilares sobre los que el CEU desarrolla una educación en valores, fomentar «la toma de conciencia de las necesidades de los demás, la empatía con los más desfavorecidos y la colaboración a través de un espíritu solidario son algunas de las máximas de una institución encaminada a la formación integral desde la infancia».

Rafael Ortega
Director del Congreso Católicos y Vida Pública