Premios Alter Christus: «¿La Iglesia va mal? Mentira podrida» - Alfa y Omega

Premios Alter Christus: «¿La Iglesia va mal? Mentira podrida»

El Regnum Christi ha celebrado la IV edición de los galardones Alter Christus para reconocer la entrega y contribución de los sacerdotes a las personas y a la sociedad

Redacción
Foto: Pixabay

«Hemos sentido vibrar el corazón con el testimonio de vuestra vida. Me refiero a los galardonados, pero están también el resto de sacerdotes que sostienen al mundo. Somos, según las estadísticas, 400.000 ¡para 7 mil millones de personas!», dijo el padre Carlos Zancajo, director territorial del Regnum Christi y la Legión de Cristo en España, durante la entrega este lunes de los galardones Alter Christus.

Los galardonados han sido mossèn Bruno Bérchez, por su empeño en provocar encuentros entre Cristo y los jóvenes de Barcelona; don Gonzalo Ruipérez, por su dedicación a los fieles de la parroquia de san Juan de Dios, en la UVA de Vallecas, uno de los barrios de mayor índice de marginalidad de España; don Miguel Garrigós, por su entrega a las familias de Toledo, especialmente a las que tienen mayores sufrimientos; y don Nicolás González por su dedicación durante casi 50 años como capellán de las carmelitas del monasterio de la Encarnación de Ávila.

Mossèn Bruno Bérchez. Foto: Regnum Christi

«He visto tantos milagros…»

Mossèn Bruno Bérchez, delegado de pastoral juvenil de Barcelona, recibió el galardón en la categoría de Nueva Evangelización. «Esto de los premios, a los curas nos tumba, porque no estamos acostumbrados», dijo. «Y nos remueve bastante porque nos hace pensar: “Y lo bueno que ofrecemos, ¿de dónde nos viene?”».

Mossèn Bruno compartió con los asistentes cómo se encontró con el Señor: «Me convertí con 20 años. Cristo me vino al encuentro cuando era un joven. Fue en una terraza fumando un cigarro. No hubo ningún plan pastoral por medio. El Señor hace lo que le da la gana, y eso siempre lo he tenido muy claro, igual que yo sé qué es ser joven lejos del Señor», confesó. Ve lo que ocurre desde un realismo diferente y propositivo: «A mí me dicen la Iglesia va mal, y yo les digo mentira podrida… He visto tantos milagros en estos años, tantas conversiones… Y doy gracias al Señor, porque él ha querido que las viera», explicó con la sencillez y contundencia de un testigo.

Hablando de la misión de su delegación apuntó que «nosotros acompañamos a acompañantes», y que es «es un lugar de comunión: hay muchos jóvenes y muchos movimientos. La delegación es un lugar de encuentro donde los jóvenes se dan cuenta de que no están solos». La delegación de Juventud de Barcelona ha introducido métodos de nueva evangelización como Cursos alpha para jóvenes, Una luz en la noche o Café youcat, y ha promocionado otros como Lifeteen o NET.

Gonzalo Ruipérez. Foto: Regnum Christi

«Hay pobrezas que tocan el alma»

Don Gonzalo Ruipérez recibió el Galardón Alter Christus de Pastoral Social. Es párroco de san Juan de Dios, una parroquia situada en la Unidad Vecinal de Absorción de Vallecas, la UVA, uno de los lugares de mayor nivel de marginación de España, y con una parte significativa de la población que ha estado o está actualmente en la cárcel. En este ambiente de periferia existencial está levantando una parroquia que además de servicio espiritual ayuda a salir de la calle y de la delincuencia a muchos jóvenes y familias del barrio.

«Cuando uno habla de acción social habla de pobreza, de una parroquia que está más allá del templo, de ese barrio que nos espera, de ese mundo al que estamos llamado para ser levadura». Pero destacó que aun siendo inmensa la pobreza que hay en su parroquia, donde incluso «se alquila la terraza sin cubrir de las casas por 50 euros al mes —a lo que hemos tenido que responder con muchas mantas, y todavía faltan—», esta pobreza sigue siendo menor que «la del sufrimiento y lágrimas de muchachos y muchachas, de jóvenes y ancianos… que son pobrezas espirituales, miserias que tocan el alma, que hacen sufrir, y que hacen llorar mucho más que la falta de una manta».

Por eso, dijo, «os invito a vivir la pobreza evangélica, aquella que permite ver la pobreza en los demás, pues nos jugamos no solo el cielo, sino sobre todo la propia felicidad y la de muchos: nos toca llevar la propia cruz, y a algunos, además, un poco de la cruz de los demás».

Miguel Garrigos. Foto: Regnum Christi

«También hay familias en las periferias existenciales»

El galardón de Pastoral familiar fue para Miguel Garrigós, responsable de la delegación de Familia y Vida en la diócesis de Toledo, desde donde promueven iniciativas pioneras a como Taller de Nazaret, Family Chef, el grupo de mujeres separadas Santa Teresa o el recién estrenado proyecto de formación para hombres San José.

Miguel quiso señalar especialmente a las familias que se encuentran «en las periferias existenciales, atravesando situaciones difíciles como las mujeres separadas que forman el grupo santa Teresa, las familias Emaús, las familias en duelo que son atendidas en la Posada del Buen Samaritano».

En sus palabras de agradecimiento, puso en valor la importancia de que sean las propias familias las que ayuden a otras familias en su camino: «Son las ellas, las familias, las que deben anunciar la belleza del plan de Dios a las demás familias. Una de las mayores bendiciones de mi ministerio sacerdotal ha sido y es trabajar codo con codo con estas familias ejemplares».

Don Jesús recoge el premio en nombre de Nicolás González. Foto: Regnum Christi

El servicio silencioso en un monasterio

También fue premiado don Nicolás González, durante 47 años capellán de las carmelitas en el monasterio de la Encarnación de Ávila, quien por problemas de edad y salud no pudo estar presente. Sí lo hizo su hermano Juan, quien agradeció de corazón el detalle y el honor de recogerlo. El padre Carlos Zancajo concluyó agradeciendo de nuevo el testimonio vivo de estos sacerdotes: «La fundación Alter Christus está vibrando con este cometido de apoyar a nuestros sacerdotes. Nos dais un gran testimonio de fidelidad y de trabajo silencioso, de mucho tiempo, de muchos años. Y ya decía san Juan Pablo II que la prueba de la fidelidad es el tiempo», concluyó.

Regnum Christi / Redacción