Tiempo de curar heridas - Alfa y Omega

Tiempo de curar heridas

Francisco ha anunciado un Año Jubilar para que la Iglesia redescubra y haga «más fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación» a una Humanidad herida

Ricardo Benjumea
El Papa se confiesa en la jornada 24 horas con el Señor

Si hubiera que buscar un lema que resumiera estos dos años de pontificado, éste sería la palabra misericordia, un término que el Papa utiliza hasta en 29 ocasiones en su documento programático, la Exhortación Evangelii gaudium.

Coincidiendo con el aniversario de su elección, Francisco anunció el viernes día 13 de marzo la convocatoria de un Año Santo extraordinario de la Misericordia. Se iniciará en diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada, coincidiendo con el 50 aniversario de la clausura del Concilio, una efeméride cargada de simbolismo. El Año Santo, cuya organización ha encomendado el Papa al Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, se extenderá hasta el 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. La Bula de la convocatoria será publicada el 12 de abril, Domingo de la Divina Misericordia.

El inicio del Jubileo quedará sellado con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, y a continuación serán abiertas las puertas de las otras basílicas mayores romanas (San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor). El último Año Santo (ordinario) fue el Jubileo del año 2000, convocado por san Juan Pablo II. Según recordó Radio Vaticano, esta tradición, heredada del judaísmo, se inició en el año 1300 con Bonifacio VIII. La periodicidad aumentó en 1475, de 100 años a 25, para que cada generación viviera un Año Santo. Desde el siglo XVI, se celebran Años Santos extraordinarios por algún acontecimiento especial (los últimos fueron los de 1933, 19 centenario de la Redención, y 1983, a los 1.950 años de la Redención).

No hay pecado que Dios no pueda perdonar

Francisco hizo el anuncio durante la celebración penitencial del viernes en la basílica de San Pedro, acto central de la Jornada 24 horas para el Señor. «Éste es el tiempo de la misericordia –dijo– Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales». En este Año Santo, la Iglesia deberá reflexionar sobre cómo hacer más evidente «su misión de ser testigo de su misericordia». «Toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer más fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo».

Antes de confesarse a la vista de todo el mundo y confesar a algunos fieles, el obispo de Roma se refirió a la Iglesia como una casa que recibe a todas las personas y a ninguna rechaza. De ahí la importancia de que sus templos permanezcan siempre abiertos, «para que quienes son tocados por la gracia, puedan encontrar la certeza de su perdón».

El sacramento de la Confesión tendrá un protagonismo destacado en este Año Santo. «Sin duda –dijo el Papa en la víspera a los participantes del Foro Interno de la Penitenciaría Apostólica–, entre todos los sacramentos, el de la Reconciliación es el que mejor hace visible el rostro misericordioso de Dios. No nos olvidemos nunca, tanto como penitentes como confesores, de que no hay pecado que Dios no pueda perdonar ¡Ninguno! Sólo lo que es sustraído a la divina misericordia no puede ser perdonado, como los que se esconden del sol no pueden ni iluminarse ni calentarse».

El Papa reiteró que la Confesión no es «una tortura», sino «un encuentro liberador y lleno de humanidad, a través del cual podemos educar a la misericordia, que no excluye, sino que incluye el justo compromiso de reparar, en la medida de lo posible, el mal cometido».

Además, pidió a los confesores «no perder nunca esta mirada sobrenatural que nos hace realmente humildes, acogedores y misericordiosos hacia cualquier hermano y hermana que pida confesarse… Todo fiel penitente que se acerca al confesionario es tierra sagrada para cultivar con dedicación, cuidado y atención pastoral».