San Benito, ayer y hoy - Alfa y Omega

San Benito, ayer y hoy

Redacción

El contexto en el que nacieron y trabajaron los benedictinos hace 1.500 años, y su modo, en circunstancias muy difíciles, de buscar a Dios y evangelizar, ofrece interesantes paralelismos y lecciones para nuestro tiempo:

–En el final de una época, en medio de la incertidumbre y el derrumbe político, social y cultural, los monjes pusieron a Dios en el centro de su vida, sin nostalgia de tiempos pasados.

–Los monjes tuvieron que hacer frente al reto de evangelizar a sociedades enteras formadas por cristianos oficiales que, en realidad, desconocían los fundamentos de la fe y mantenían creencias y costumbres paganas.

–Una forma importante de relacionarse con los demás y evangelizar fue el ejercicio de la hospitalidad y la caridad con los más necesitados.

–Les movió siempre un profundo amor por los hombres y las culturas a las que se dirigían, en las que supieron encontrar semillas de verdad.

–La contemplación fue el fundamento de toda su labor, tanto la propia de su carisma, como la que asumieron de forma imprevista, en respuesta a las necesidades del momento.

–Los monjes supieron combinar una gran formación y cultura, y la capacidad de comunicarla a la gente sencilla.

–El culto a Dios realizado con belleza, la mística, la vida comunitaria organizada según el Evangelio, y el contacto directo con la tierra, con la realidad, son elementos del monacato que resultan tanto o más atractivos hoy que hace 15 siglos.

–En su Regla, san Benito insiste en la necesidad de plantear a todos los que se acercan al monasterio la búsqueda de Dios. La pregunta sobre si viven moralmente ha de ser posterior.

–Como subrayó monseñor Demetrio Fernández, el trabajo intelectual y manual de los monjes fue «construyendo un mundo nuevo y habitable para el hombre, donde el trabajo no es sólo un producto, un mercado, un número, sino aquel trabajo cuyo centro es el hombre».