Emprendedores con bendición papal - Alfa y Omega

Emprendedores con bendición papal

Laudato Si’ Challenge es un proyecto que bajo los criterios que expone Francisco en su encíclica reunió a más de 300 empresas de distintos sectores. Nueve fueron las elegidas para participar en este desafío, que incluyó una inversión económica y la participación en un programa de formación de ocho semanas en Roma.

Fran Otero
Foto: Nokero

Cuando el Vaticano recibió de conocidos emprendedores e inversores la propuesta de lanzar una aceleradora de startups, empresas emergentes, que ofrecieran soluciones a los problemas del cambio climático y de las migraciones forzadas, la respuesta fue un sí. Un sí del Papa a través del cardenal Turkson, encargado del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. Así nació Laudato Si’ Challenge, un proyecto que bajo los criterios que expone Francisco en su encíclica reunió a más de 300 empresas de distintos sectores. De todas ellas, nueve fueron las elegidas para participar en este desafío, que incluyó una inversión económica y la participación en un programa de formación de ocho semanas en Roma. La propuesta acogida por la Santa Sede, liderada por el norteamericano Eric Harr y financiada por inversores internacionales, busca apoyar ideas empresariales, que se puedan sostener, y que generen un impacto positivo en la sociedad. Se trata, en definitiva, de actualizar el capitalismo actual de modo que pase de excluir a integrar a las personas. Y las nueve empresas elegidas lo hacen a través de soluciones que potabilizan el agua o dan acceso a luz limpia y ecológica; a través de proyectos que reducen los desechos alimentarios o que convierten la basura de una familia en un recurso para sobrevivir. Empresas que cambian el paradigma y que los beneficios que ofrecen a sus accionistas no son solo monetarios, que también, sino éticos, medioambientales y sociales. Estas son cuatro de las nueve propuestas que han conseguido la bendición papal.

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Nokero

Foto: Nokero

Esta compañía, con sede en Denver, nació hace casi ocho años para llevar la esperanza y la seguridad de la luz cuando el sol cae. Entonces, Steve Katsaros, su fundador (en la foto), diseñó una bombilla que se carga durante el día con luz solar para iluminar durante la noche. El producto era bueno y lo patentó, pero se le abría por delante un camino desconocido. Fue al estudiar el mercado en los países en vías de desarrollo cuando cayó en la cuenta de que su producto podría tener un gran impacto en las miles de millones de personas que no tienen acceso a electricidad y que, en muchos casos, usan queroseno –Nokero se deriva de no kerosene, sin queroseno en inglés– para tener al menos una luz, una alternativa costosa, contaminante y mala para la salud.

Desde entonces, Nokero ha conseguido mejorar la vida –salud, educación, economía y medio ambiente– de ocho millones de personas con la venta de 1,7 millones de bombillas solares. Pero Steve, así lo confiesa a este semanario, es ambicioso y quiere llegar a llenar el mundo con cientos de millones de sus bombillas y es consciente de que no puede hacerlo solo. Y por eso apunta que la aceleradora Laudato Si’ Challenge ha sido una oportunidad fantástica para crecer y para confirmar que social y startup pueden ir de la mano. «Nokero da beneficios a sus accionistas a través de las ganancias, de nuestros propósitos y del cuidado del planeta. La compañías tradicionales solo se centran en ganar La diferencia reside en que el modelo de negocio de Nokero atrae a muy buena gente –clientes, empleados, inversores…–, de modo que caminamos por un sendero con gente buena que busca ofrecer la esperanza y seguridad de la luz en la noche.

Su participación en la aceleradora vaticana no es la primera experiencia que tiene con instituciones de la Iglesia católica. De hecho, cuenta entre sus clientes a la archidiócesis de Denver que, por iniciativa de la Delegación episcopal de Pastoral Social, compra sus bombillas para regalar a los sacerdotes que visitan la diócesis. «Nos ayudan mucho en la expansión de Nokero por los países en vías de desarrollo».

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Rise Products

Foto: Rise Products

Jessica Aguirre es cofundadora de Rise Products, una incipiente compañía que ha conseguido convertir la cebada que se desecha tras la elaboración de cerveza en una harina muy nutritiva, baja en colesterol y con un excelente sabor. El proyecto surgió en la universidad para dar respuesta a la inmensa cantidad de alimentos que se tiran cada día en una ciudad como Nueva York. Cuenta Jessica a Alfa y Omega que pensaron en la industria de la cerveza, pues son muchas las compañías que en la ciudad se dedican a ello. Hicieron comida para animales, jabón, velas y otro tipo de productos hasta que se dieron cuenta del alto valor nutritivo que contenía la cebada sobrante de la elaboración de la cerveza.

Rise Products trabaja hoy con varias fábricas de cerveza, a las que recoge el material, lo procesa y luego lo comercializa a panaderías, restaurantes… «Lo que hacemos es bastante artesanal y, por tanto, el producto es caro, muy por encima de la harina normal. Pero estamos esperando a reunir el dinero para abrir una pequeña fábrica y empezar a producir a escala, entonces podremos bajar el precio». Jessica, que nació y vivió parte de su vida en Ecuador, donde aprendió con su abuela a no desperdiciar la comida, habla de la posibilidad de que el proceso se pueda realizar, por ejemplo, con otras materias como la uva o la soja, y llevar a otros países. «Cuando pensamos en el proyecto, queríamos que fuera algo sencillo, fácil de replicar en cualquier lugar. Y nosotros, en Italia, con motivo del Laudato Si’ Challenge, lo hicimos», confiesa. En la foto, el cardenal Turkson lo constata.

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ProTrash

Foto: ProTrash

Tres arquitectas y una profesional de la comunicación, abajo en la foto, son las protagonistas de ProTrash, una empresa mexicana que ha conseguido, con un innovador método, que se recicle en los barrios más empobrecidos y poblados de Guadalajara. Los objetivos del proyecto eran dos: reducir la acumulación de basura en estas zonas y ofrecer a sus habitantes recursos para cubrir sus necesidades más básicas. Funciona tal que así: las familias separan sus residuos, una máquina compacta, procesa y pesa la basura y se le abona el valor de la basura en una tarjeta con la que podrán adquirir productos de alimentación, higiene… excluidos el alcohol y el tabaco. El proyecto surgió en la universidad, en el campus de Guadalajara del Tec de Monterrey. Las tres arquitectas pensaron la idea y luego incorporaron a una cuarta para orientarlas en las labores comunicativas. Ella es Yuvia López, que explica que en estos momentos ProTrash ya trabaja con seis comunidades en Guadalajara y prevé expandirse a razón de dos comunidades cada mes. Además, se está poniendo en marcha la delegación de México DF. Este proyecto, que ya fue finalista en el prestigioso Hult Price, consiguió un nuevo éxito al colarse entre las nueve compañías distinguidas por Laudato Si’ Challenge: «Fue muy importante para nosotros, por todos los conocimientos que adquirimos y también por la inversión en nuestro proyecto, que es con la que estamos operando hoy en día. Todos los participantes nos convertimos en una familia, con procedencias diferentes, problemáticas distintas, pero con un afán de ayudarnos unos a otros».

Un ejemplo: «En nuestra estancia en el Vaticano conocimos a Nokero, la empresa de bombillas solares. Y justo en septiembre de 2017 México había sufrido un fuerte terremoto, dejando un verdadero desastre. Pensamos en la gente de Oaxaca y le planteamos a Steve Kotsaros, fundador de Nokero, que por qué no le enviábamos sus lámparas. Pedimos dos cajas, unas 200 bombillas, y las entregamos a la comunidades de aquella zona».

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Aqus

Foto: Aqus

Aqus es de esos proyectos que, como santo Tomás, no crees hasta haber visto. Se trata de un producto capaz de purificar el agua al 99,999 %, o lo que es lo mismo, devolver a un agua embarrada y sucia su aspecto cristalino y transparente habitual. Su creador es Kevin Kassel, a quien hace ya seis años un viaje a Ecuador para enseñar inglés le cambió la vida. Allí pudo comprobar cómo no tener acceso al agua potable puede acarrear la muerte, como le sucedió a una pequeña. Y lamentó que un problema que podía haber sido resuelto con un simple filtro no hubiese llegado a tiempo: «No es aceptable que muera gente cada día por beber agua contaminada». A su vuelta, creó una ONG que se valía de cualquier persona de su entorno que viajara a países en vías de desarrollo para llevar filtros de agua a las escuelas y comunidades. Además, Kassel diseñó y ahora manufactura y vende un filtro de agua muy simple que se puede usar en cualquier lugar y condiciones sin necesidad de electricidad. Puede abastecer a 50 personas cada día durante tres años por poco más de 50 euros. Según Kassel, ahorra tiempo, dinero, evita enfermedades y permite el emprendimiento local, pues quien tenga Aqus puede vender agua en su entorno. Hoy, el proyecto está en Centroamérica y en países como Ghana y Uganda en África.