«Me gustaría volver otro día a visitar a estos abuelitos solos» - Alfa y Omega

Lucía tiene 12 años y este abuelito más de 90. Esta fue la última visita que realizamos durante nuestra misión el pasado diciembre. Después de todo el año de haber jugado, rezado y aprendido con los niños de la iglesia de Mokchon sobre la misión, hemos terminado el año saliendo a visitar cinco casas donde viven personas muy ancianas que están solas.

En la primera casa, como la abuela no oía nada y los niños estaban supercortados, la visita fue muy breve y no hubo interacción. Poco a poco los niños, un grupo de unos diez de 6 a 12 años, se dieron cuenta de que tenían que gritar a los ancianos y cantarles o hacerles reír, que esto era lo que ellos más necesitaban. A partir de la tercera casa, los niños estuvieron mucho más sueltos y les cantaron un par de canciones. También les contaron a los abuelos lo que hacíamos en el grupo, les leyeron una carta que llevábamos del párroco felicitándolos la Navidad a voz en grito y les ofrecieron algunos dulces que habíamos preparado de regalo. Alguna abuelita nos sacó mandarinas para merendar.

En la foto se ve uno de los momentos de la última visita. Fue el momento en el que los niños disfrutaron más, a pesar de que este abuelito, por tener alzhéimer, no era muy consciente de lo que pasaba. Cuando estábamos rezando juntos el padrenuestro para terminar la visita, el abuelo se dio cuenta de que estábamos rezando, se santiguó y dijo: «¡Amén!». Este pequeño momento de comunión hizo muy felices a los niños que se intercambiaron sonrisas de complicidad.

Cuando regresamos a la parroquia, una de las niñas que se llama Rebeca, de nombre cristiano, dijo: «He disfrutado un montón y pienso que no solo por ser la misión tenemos que ir a ver a estos abuelitos, me gustaría volver otro día cualquiera con una amiga a visitarlos, para que no se sientan tan solos». Esto nos hizo descubrir qué importante es lo que siempre dice el Papa Francisco de poner en relación los dos extremos de la sociedad, los niños y los ancianos. Además nos dimos cuenta de que los niños, con esta actividad, descubrieron el verdadero sentido de lo que dice el Papa en la Evangeli gaudium: «Yo soy una misión en esta tierra».