Eso no se pregunta - Alfa y Omega

Eso no se pregunta

Isidro Catela
Andrés Mínguez y César de la Fuente, dos de los protagonistas del primer programa de 'Eso no se pregunta'
Andrés Mínguez y César de la Fuente, dos de los protagonistas del primer programa de Eso no se pregunta. Foto: Telemadrid.

Por poco que sepamos sobre las personas con síndrome de Down, hay dos verdades ampliamente compartidas sobre ellas: que cada vez nacen menos porque son abortadas antes de salir del vientre de sus madres y que son un auténtico regalo para quienes tienen la dicha de convivir con ellas. Por eso son tan importantes programas de televisión como el que Telemadrid estrenó el pasado 14 de enero: porque, como se dice ahora, contribuyen a darles visibilidad y posibilitan que se les conozca más y mejor, por aquello de que es difícil amar lo que no se conoce.

El programa en cuestión se llama Eso no se pregunta y es un espacio peculiar que la autonómica madrileña ha puesto en marcha para la noche de los domingos. Se trata de la versión española del programa You can’t ask that, un formato original de la ABC, la televisión pública australiana. Cada semana, a las 21:30 horas, en la hora de máxima audiencia del domingo, un grupo de personas discriminadas, que sufren exclusión o incomprensión social, se asomará a la pequeña pantalla para cerrar la interrogación a las inusuales preguntas que se les haga.

El estreno ha sido un acierto pleno. Once personas con síndrome de Down respondieron sin tapujos a cuestiones como si siempre son tan felices como se las ve, si han sufrido porque alguien las ha tratado mal, o cuáles son los temores y los anhelos que, como todo ser humano, guardan en su corazón. Hasta fueron, con un trending topic, reyes de las redes por un día.

El listón está muy alto. Entre otros, van a pasar por el programa personas con síndrome de Asperger, gitanos, obesos, sacerdotes, negros o transexuales. En cualquier caso, y tengan los programas que vengan el enfoque que tengan, olé por el arranque, y por el escaparate que supone un espacio como este, que, en lugar de hacer honor al estereotipo televisivo de la caja tonta, nos permite preguntarnos quién es el otro y afirmar que las personas son siempre respetables, independientemente de cuáles sean sus ideas y las respuestas que den a las cuestiones que no se preguntan.