El mejor insider - Alfa y Omega

Cuando un anciano de 81 años recorre 30.000 kilómetros en dos continentes en seis días trabajando 14 horas diarias, lo único sensato es descansar. Y, sin embargo, en el vuelo de regreso de su viaje a Chile y Perú, el Papa Francisco mantuvo su larga conferencia de prensa sin barreras. La número 22.

Estos encuentros de un Papa exhausto con periodistas agotados son el broche de oro de cada viaje, pues aportan datos del mejor insider: el propio Francisco.

En el vuelo nocturno Lima-Roma, el Papa pidió disculpas por un comentario que le habían robado en Chile en un asalto micrófono en mano. Había mencionado la falta de pruebas de complicidad en un ocultamiento de abusos sexuales cuando quería referirse a falta de indicios evidentes; sabe de sobra que muchas veces no hay pruebas.

Y lo dijo con toda sencillez: «Debo pedir disculpas, porque la palabra prueba ha herido a muchos abusados. Pido disculpas. Es una herida sin querer. Y a mí me duele mucho, porque en Chile recibí a víctimas: dos se saben, y hubo otros más. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé».

Cuando una periodista chilena le preguntó sobre «el fracaso del viaje a Chile», su respuesta fue igualmente clara: «Eso es un cuento chino. La responsabilidad del informador es ir a los hechos concretos. Sucedió esto, y esto».

En el vuelo de regreso de su viaje a Myanmar y Bangladés, Francisco no dudó en confesar su enfado por el modo en que los organizadores del encuentro en Daca habían tratado a 16 refugiados rohinyá, la minoría perseguida por Myanmar, que era en buen parte el objeto de su viaje.

Reveló que «les querían hacer bajar rápido del escenario. Ahí me enojé y dije muchas veces: “¡Respeto! ¡Basta!”. Y ellos se quedaron ahí. Y después de escucharles, sentí cosas dentro, y pensé: “yo no puedo dejarles irse sin decir algo”. Pedí el micrófono y empecé a hablar. No recuerdo qué dije, creo que pedí perdón. En un momento yo lloraba, pero intentaba que no se viera. Y ellos también lloraban».

Al regreso de Estados Unidos, donde le habían recibido como un héroe, se limitó a comentar: «No sé si he tenido éxito o no. Tengo miedo de mí mismo. Me siento siempre débil». Así es Francisco.