Acompañar en la enfermedad - Alfa y Omega

Acompañar en la enfermedad

Como sociedad, como familias, como individuos…, pocas realidades nos definen mejor que la atención a los más vulnerables

Alfa y Omega
Foto: Ángel de Antonio

«El sufrimiento no tiene sentido». A la hora de afrontar la enfermedad grave de un ser querido (los niños de su película Ganar al viento, en este caso), la periodista francesa Anne-Dauphine Julliand tiene claro que empeñarse en buscar los porqués sirve solo para que uno se «vuelva loco». Para ella, como creyente, vivir la enfermedad desde la fe significa simplemente confiar en Dios, en lugar de culparle de nuestras desgracias. Como madre, afrontar desde el amor la enfermedad –dice– se resume en dedicar todas nuestras energías a pensar cómo acompañar mejor al enfermo, llenando sus días de vida, sea poco o mucho el tiempo que pueda quedarle.

A eso, básicamente, se reduce la humanización de la salud. La tarea de la Iglesia consiste en «mirar a los enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor», escribe el Papa en su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el domingo, fiesta de la Virgen de Lourdes. Pero también el Papa pone mucho énfasis en el cómo acompañar. Escape o no a nuestra comprensión, lo cierto es que la enfermedad puede ser una prueba decisiva que exige de nosotros una respuesta que no pocas veces marcará el rumbo de nuestras vidas. Francisco recuerda «la generosidad hasta el sacrificio total de muchos fundadores de institutos al servicio de los enfermos», y «la creatividad, impulsada por la caridad, de muchas iniciativas emprendidas a lo largo de los siglos». Hoy –advierte a continuación– se ciernen nuevos riesgos sobre la atención sanitaria y la investigación médica, como el «empresarialismo», que lo reduce todo al «ámbito del mercado» y termina «descartando a los pobres».

Un principio rector, para Francisco, es apoyar a las familias que con «ternura y perseverancia» acompañan a «sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves». Pero para eso es necesario «respaldar» a quienes se encuentran en estas situaciones con «un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas». Como sociedad, como familias, como individuos…, pocas realidades nos definen mejor que la atención y el cuidado que ofrecemos a los más vulnerables.