Memoria de cuatro Españas - Alfa y Omega

Carlos Robles Piquer fue un ejemplo de buen español. De español que defendió su legítima visión de España e intentó hacer de nuestro país una gran nación europea, influyente en las instituciones comunitarias y relevante en el mundo desde el poder que le daba su enorme peso cultural.

En el año 2011 Robles Piquer publicó sus memorias con el mismo título que esta necrología. Y en ellas repasaba una vida que había transcurrido –desde la edad en la que uno tiene conciencia de lo que acontece– por la II República española, la guerra incivil, el franquismo y la democracia por la que hizo mucho. Porque Carlos Robles era un ejemplo perfecto de los españoles que desde dentro del régimen de Franco, en el que ostentó las direcciones generales de Información y de Cultura Popular y Espectáculos, buscaron la salida del régimen hacia la democracia. Y en ese empeño estuvo siempre alineado con su cuñado Manuel Fraga Iribarne, aunque no siempre fueran de la mano. Tras estar ambos sentados en el Consejo de Ministros del último Gobierno de Carlos Arias Navarro y primero del Rey Juan Carlos –Robles como ministro de Educación y Fraga como ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno–, Fraga pasó a la oposición encabezando Alianza Popular –génesis del actual Partido Popular– mientras que Robles siguió en política con UCD. Partido con el que fue secretario de Estado de Asuntos Exteriores en la Presidencia de Adolfo Suárez y los ministerios de Marcelino Oreja y José Pedro Pérez Llorca. Eso fue algo verdaderamente singular en la historia política española: un exministro que aceptaba después bajar un escalón en el escalafón del Estado y asumía una secretaría de Estado. Bien es verdad que para Robles era una secretaría de Estado que le resultaba especialmente cómoda, por ser la de su carrera profesional, la carrera diplomática. Y porque los dos ministros bajo los que sirvió en ese cargo eran igualmente miembros de la carrera.

Su último cargo designado por el Gobierno de la UCD fue el de director general de RTVE. Un cargo en el que sufrió un acoso inmisericorde por parte de la oposición socialista, pero en el que demostró una ecuanimidad intachable. Especialmente porque tras él, no tardaría en llegar a ese cargo un José María Calviño que demostraría a todos los españoles que en RTVE, y para los de su cuerda, todo el monte es orégano.

Robles tenía un sentido del humor fantástico como se prueba en muchos pasajes de sus detalladas memorias (700 páginas) en las que recuerda pasajes verdaderamente memorables como su etapa en Cultura Popular y Espectáculos, cuando formaba, con Pío Cabanillas, parte del equipo de Fraga. Se rodaba entonces en Las Matas, cerca de Madrid, El Cid, con Charlton Heston y Sophia Loren. Y los tres mandatarios españoles querían a toda costa ir a cumplimentar a la italiana. Llegados al lugar del rodaje, apareció la diva, cayeron rendidos, y de entre el triunvirato sonó la exclamación: «Señora, no entiendo por qué El Cid salía tanto de casa…».

Desde octubre de 1982 militó en la Alianza Popular de Fraga, partido del que fue coordinador general, y por el que fue elegido miembro de la Asamblea de Madrid, senador y miembro del Parlamento Europeo entre 1987 y 1999. Su entrega a la causa europea fue absoluta y se convirtió en un infatigable defensor de la unión.

Durante sus años en el Parlamento Europeo publicó una columna semanal en ABC entre junio de 1987 y marzo de 1998 en la que hacía un análisis de la construcción europea. Las 512 columnas que escribió en estas páginas fueron después recogidas en tres libros: «El reto europeo», «Europa: pequeños y largos pasos» y «La Unión Europea, cada semana».

Carlos Robles Piquer y Elisa Fraga Iribarne tuvieron siete hijos. Dos de ellos diplomáticos, Carlos, actual embajador en Chile, y José María, ex embajador en Moscú y en Islamabad. Además están Elisa, Teresa y Paloma, así como Eduardo y Ana, ya fallecidos.

Ramón Pérez-Maura / ABC