«¡Este año me voy de #VeranoMisión!» - Alfa y Omega

«¡Este año me voy de #VeranoMisión!»

Cientos de jóvenes españoles eligen cada verano dedicar su tiempo de vacaciones a conocer la labor de los misioneros en rincones perdidos del mundo, apoyarlos durante unos días y, sobre todo, «recibir más de lo que uno da», como dicen todos los que han vivido una experiencia así. Obras Misionales Pontificias, coincidiendo con el Encuentro Misionero de Jóvenes que ha tenido lugar este fin de semana en Madrid, ha actualizado su guía Compartir la misión, en la que se puede encontrar una treintena de lugares y carismas para vivir los días estivales

Cristina Sánchez Aguilar
Una voluntaria de Juventud y Familia Misionera. Foto: OMP

El Papa Francisco quiere que «los jóvenes tengan protagonismo misionero». Lo dijo el verano pasado, durante una visita pastoral a la localidad italiana de Caserta, al explicar que, en Buenos Aires, todo cambió cuando los sacerdotes implicaron a los jóvenes en pequeñas misiones durante las vacaciones. Esta experiencia del Papa en su ciudad natal describe lo que ya viven cientos de españoles, que dedican su tiempo estival a una experiencia misionera.

Es el caso, por ejemplo, de los doce jóvenes, de la diócesis de Getafe, que este verano vuelven a Villarrica, en Chile. Allí, durante un mes, llevarán la Palabra de Dios y prestarán ayuda a las comunidades locales. El año pasado, crearon un blog, misioneschile.blogspot.com.es, donde contaban su día a día del #VeranoMisión —hashtag creado por Obras Misionales Pontificias para que todos los misioneros cuenten sus experiencias en Twitter—. Por ejemplo, recuerdan la visita a la señora Darma, una mujer que vivía sola en una casa a medio terminar. Los jóvenes quisieron ayudarla a hacer de su hogar un lugar más acogedor, y se lo pintaron ¡de verde, naranja y con flores! «Hemos hecho lo que hemos podido, porque hasta le hemos dejado algún recuerdo en el suelo de la pintura derramada…, pero ser pintores por amor no tiene precio», cuentan en el blog.

Su única labor no era llamar a la puerta, sino también traspasarla «para llevar la dignidad y la claridad a las personas que, en su nombre, nos encontramos». Ocurrió en la casa de Tita, una anciana con la enfermedad de Diógenes que tenía su hogar lleno de basura desde hacía décadas. «Entre arañas y excrementos de ratas se sacaron dos camiones…, pero ahora en casa de Tita hay mucho más hueco para su dignidad y un aire menos rancio que respirar», explican los jóvenes. Este año también siguen con el blog, por cierto.

Más de 30 opciones diferentes

Para quienes quieren vivir experiencias como éstas, Obras Misionales Pontificias ha reeditado su guía Compartir la misión, que se puede descargar en su página web ompes.blogspot.com En la guía se pueden encontrar todas las propuestas misioneras que se realizan, tanto desde las Delegaciones diocesanas como desde las familias religiosas e iniciativas particulares. Es el caso, por ejemplo, de la diócesis de Ciudad Real, donde, desde hace 9 años, los jóvenes visitan los proyectos de los sacerdotes diocesanos en Perú, Bolivia y Guatemala. En Perú, «tenemos una religiosa trinitaria que está integrada en la pastoral de la parroquia, forma a los agentes y visita a las comunidades en las aldeas», explica el Delegado de misiones, Damián Díaz. También en El Alto, Bolivia, un misionero seglar ciudadrealeño trabaja con los jesuitas «llevando la animación pastoral de la parroquia. Los jóvenes misioneros hacen campamentos urbanos con los niños, apoyan con catequesis y en las celebraciones litúrgicas y trabajan en un proyecto muy especial: un grupo de encuentro entre jóvenes de la zona fronteriza con Perú y Chile, un lugar conflictivo donde se han heredado prejuicios e ideas combativas de padres a hijos». En Guatemala, sobre todo se realiza apoyo escolar con un sacerdote que trabaja con jóvenes indígenas de la selva, a los que ayuda a prepararse para acceder a la universidad. El requisito para participar es la formación previa, de tres fines de semana, y sobre todo, «compartir la misión de la Iglesia», añade Damián. El contacto es misiones@diocesisciudadreal.es

La familia dominica también organiza misiones, en este caso en la selva amazónica, y en la República Dominicana. Aunque, desde hace poco, lo están ampliando a todas las misiones donde haya presencia de congregaciones dominicas, como es el caso de Cuba y Camerún. Alexia Gordillo, responsable de voluntariado, afirma que, en este proyecto, los voluntarios tienen que formarse durante el año para realizar la experiencia, «porque es fundamental que vayan preparados». Luego, pueden hacer una experiencia corta, de dos meses, o una larga, de un año. La misión que se realiza es diferente dependiendo del lugar, «pero está especialmente dedicada a la educación. Se suelen organizar, sobre todo en Perú, campamentos de verano. También se forma al profesorado indígena, porque viven muy aislados y necesitan ampliar su conocimiento», explica Alexia. Aunque también hay un voluntariado específico, por ejemplo, para periodistas: «Tenemos muchas radios en las misiones, y los profesionales van a formar a la gente de allí». El contacto es jovenes@selvasamazonicas.org

Esto son sólo dos propuestas. En la Guía se pueden encontrar más de una treintena de posibilidades para «que te cambie la vida», como dice Juan López, un joven toledano de 19 años, que, tras viajar hasta la India y Perú, reconoce que ha tomado la decisión «de entregarme a los pobres. Es la mejor manera de unirme con Dios». O como añade Asun Parra, una joven de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara: «Ir de misiones es una oportunidad de poder compartir y aportarnos unos a otros un poco de felicidad, cariño, alegría, sonrisas, colaboración y ayuda».