Sant’Egidio, 50 años de un signo profético - Alfa y Omega

Sant’Egidio, 50 años de un signo profético

La comunidad fundada por Andrea Riccardi celebró su aniversario en la romana basílica de San Juan de Letrán con la presencia del presidente del Parlamento Europeo y del primer ministro italiano

Redacción
Foto: Comunidad de Sant’Egidio

La basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma, se llenó este domingo para celebrar el 50 aniversario de una de las instituciones católicas más reconocidas en la actualidad, la Comunidad de Sant’Egidio. Presidida por el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, la Eucaristía fue una acción de gracias por la iniciativa que lanzó en 1968 Andrea Riccardi en Roma y que hoy está extendida por todo el mundo.

En su homilía, el cardenal Parolin recordó que durante estos 50 años, con la base de la escucha diaria de la Palabra, Sant’Egidio ha estado al servicio de los pobres, comprometida por la paz, trabajando por reconciliar a los pueblos y tejer lazos de fraternidad entre cristianos y creyentes de diversas religiones. Pero también dijo que la celebración no era simplemente el recuerdo de una bella historia o una celebración, pues «la historia está abierta al futuro y es un regalo para la generación más joven». Y añadió que los 50 años de Sant’Egidio son un talento para la Iglesia, para que se gaste sin miedo en el mundo del mañana. «El mundo necesita una realidad con Sant’Egidio, arraigada en lo local, pero capaz de habitar la dimensión global», terminó.

Concluida la celebración, el vicario del Papa para la diócesis de Roma, Angelo de Donatis, reconoció que Sant’Egidio es «un signo profético», mientras que Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, dijo que es «protagonista de la subsidiariedad, una imagen de la Europa cristiana». También estuvo presente Paolo Gentiloni, primer ministro italiano, que agradeció a la comunidad «la coherencia con la que habéis vivido la fe estando siempre al lado de los más débiles, por vuestra presencia capaz tanto de lanzar alarmas como de ofrecer soluciones».

Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, recalcó que el valor de la amistad «hace de nosotros un pueblo, no una masa». Un pueblo, añadió, que ha hecho suyo el sueño del Evangelio, del Concilio, que ha comprendido que para transformar el mundo hay que empezar por el corazón: «Viviendo una pasión religiosa, que se convierte en pasión civil». Y concluyó: «Porque para nosotros la palabra todos es importante. Por eso esta historia tiene que continuar, porque en el mundo hay muchas necesidades y hay que llevar a cabo una misión también en el futuro».