La cárcel, lugar de formación - Alfa y Omega

Hoy os presento el testimonio de un voluntario de capellanía: «Mi nombre es Pedro, soy jesuita y estoy estudiando para ser sacerdote. Llevo un año de voluntario en la cárcel de Soto del Real, y quisiera compartir las tres cosas que aprendo cada domingo. La primera es que en la cárcel relativizo mis problemas. A veces entro preocupado por algún asunto; sin embargo, en el momento en que empiezo a hablar con algún interno, mis problemas se disipan. No son pocas las ocasiones en las que me veo riéndome de mí mismo, pues aquello que parecía que no tenía solución se presenta como ridículo ante las realidades que tengo el privilegio de escuchar.

La segunda está relacionada con la Misa. Todos los domingos, el padre Paulino preside dos Misas, con unos 180 internos cada una. Uno de los momentos que más me impresiona es el de la comunión. Disfruto contemplando la enorme diversidad de personas que en la fila se acercan a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es como si, por unos momentos, no hubiera clases sociales, procedencias, razas o culturas, y todos nos uniéramos como hijos de Dios. La Misa es un espacio de libertad en el que los internos recordamos que la última palabra no la tienen los demás, ni siquiera los jueces, sino Dios.

Y la última es una conclusión fruto de muchas conversaciones con ellos. Después de ir a Misa suelo visitar algún módulo. Creo que ellos ven en el equipo de capellanía un grupo de personas con quienes pueden tener una conversación normal, sobre lo humano y lo divino, en un ambiente hostil. Además, es un lugar privilegiado para formarme como futuro sacerdote, pues te enfrentas ante dilemas profundos como el perdón, la misericordia o la justicia. Con algunas historias te das cuenta del terrible impacto que tiene la falta de libertad; con otras, constatas que la justicia es humana y que el sistema comete errores devastadores; en otras ves un deseo enorme de aprender del pasado. Pero lo que más me impresiona es ver a tantos hombres a los que, tras haberlo perdido todo, lo único que les queda es la fe, la esperanza y el amor».