La Iglesia indígena - Alfa y Omega

El sábado 17 de febrero participamos en la celebración de los 30 años de los Servidores de la Iglesia Católica de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (SICNIE), una peregrinación evangelizadora a través de los servidores y catequistas indígenas de las distintas regiones del país. Ellos representan el empeño de hacer presente una Iglesia misionera centrada en Cristo a través de la riqueza de las distintas culturas y espiritualidades de los pueblos ancestrales, formando una Iglesia abierta y en salida con rostro indígena, con sus distintas lenguas y culturas, donde las semillas del Verbo han crecido y el Espíritu de Dios se ha revelado a través de los pobres y sencillos de corazón.

Como nos recuerda el documento de Aparecida, «la riqueza y diversidad cultural son evidentes en América Latina», «exigen reconocimiento y ofrecen valores que constituyen una respuesta a los antivalores de la cultura que se impone en la comunicación de masas». Estas culturas coexisten en condiciones desiguales con la llamada cultura globalizada. Iluminados por Aparecida, podemos ver la necesidad de construir una Iglesia indígena desde la nueva evangelización de Jesucristo: no significa hacer otra Iglesia, sino reivindicar el sentido de una Iglesia universal que tiene diversidad y riqueza cultural espiritual. Una sola Iglesia con la misma Misión: ser discípulos misioneros de Jesús que llevemos, como sus testigos, la luz del Evangelio a los que no la conocen.

La autoridad del servidor indígena en la comunidad es un referente moral para el pueblo: debe no solo enseñar sino vivir lo que enseña, la fidelidad basada en la fe y en la gratuidad del servicio viviendo sus mandamientos. Ama killa, ama llulla, ama shwa, que significa no ser ocioso, no mentir, no robar, para tener armonía. La sinceridad y honestidad debe ser la luz que, como antorcha, alumbra a los de la casa para que viendo sus buenas obras glorifiquen a Dios, que está en el cielo.

En esta fiesta se sintió esa fraternidad y alegría del encuentro de los hermanos venidos desde los cuatro puntos cardinales de nuestro Ecuador. El encuentro de culturas, el encuentro de distintas lenguas pero una misma fe, una misma esperanza… la unidad en la diversidad. Por ello damos gracias a Dios y le pedimos que el compromiso del SICNIE siga adelante, siendo luz para todas las culturas y pueblos indígenas.