El marcador de Francisco - Alfa y Omega

El marcador de Francisco

Eva Fernández
Foto: AFP Photo/Filippo Monteforte

Hace poco más de un año un niño de una parroquia romana preguntó a Francisco: «¿Por qué se ha convertido en Papa?». Él le respondió entre risas: «Porque hay algunos culpables». A la vuelta del último lustro los hechos confirman que Bergoglio había sido fabricado para ser Papa. En lo alto de sus 81 años gasta esa rara hechura de los flacos con hambre de pelea. Porque solo quien pelea y hace lío consigue cambiar las cosas. Y más si te ha tocado ser Papa.

Dicen que el primer saludo marca a las personas para siempre. Mi primer encuentro con el Papa lo fue. Recién llegada a Roma. Primer viaje a bordo del avión papal con pánico escénico ante lo desconocido. En cualquier momento aparecería el Papa. ¿Qué le diría al saludarle? Todo fue tan sencillo como fascinante: «Es la que ha sustituido a Paloma García Ovejero», me presentaron. Y envuelto en una de sus mejores sonrisas Francisco me dijo rápidamente mientras hacía el gesto con las manos: «Voló la Paloma» … Y cuando ya continuaba su camino, se giró tan solo para añadir: «Pero llegó la golondrina». No hizo falta nada más. Se disiparon miedos y me encontré en casa.

Así es Francisco. Alguien que es capaz de contar el Evangelio en un gesto, en un silencio, con un golpe de manos, abrazando con ternura a un niño como en la foto, tocando la cabeza deformada de un enfermo o dejándose hacer mil selfis entre los fieles que lo reclaman.

Estos cinco años no han sido fáciles. Francisco carga cicatrices como para no perder el tiempo con las críticas, lo que le permite trascurrir su día a día con paz interior a pesar de las resistencias. Es consciente de que lo que está construyendo no culmina en un pontificado. Más aún cuando ejerce de Papa misionero intentando que la Iglesia salga de sí misma hacia las periferias, hacia las fronteras, que no son solamente geográficas, sino también existenciales.

Hay algo de especial en este abrazo. Por lo envolvente. Por afectuoso. Por gratuito. Es la condensación misteriosa que se da en los hombres capaces de conmover de un modo imborrable. Al Papa le importa la persona y se ha demostrado capaz de comprender los adentros del alma humana, sus contradicciones, sus angustias, su soledad. Y como no hay que dejar ningún agradecimiento por el camino, este aniversario invita a hacerlo.

Papa Francisco, a un futbolero como usted siempre le vendrá bien recordar que un minuto puede cambiar el resultado, pero no el marcador que se lleva dentro. Gracias.