El encubridor del Holdomor - Alfa y Omega

En estos días por fin se está empezando a plantar cara a la realidad de la Rusia de Putin, que nada ha hecho por denunciar los pogroms y el gulag que durante décadas arrasaron a sus compatriotas, especialmente durante la larga tiranía de Lenin y Stalin, pero también con Kruchef, Breznev, y apéndices varios. En este contexto ha venido a mi conocimiento una conmemoración que tuvo lugar el domingo pasado en Madrid y de la que ningún medio de comunicación ha dicho ni una palabra. Probablemente porque no es políticamente correcto. Putin es el único dirigente postcomunista que se enfrenta electoralmente –hoy– al Partido Comunista, pero salvaguarda y ensalza su memoria porque es la memoria de la Patria. De frenopático. Igualito que la izquierda española con sus varias ediciones de la ley de la memoria histórica y el franquismo.

El pasado domingo, en la catedral de La Almudena de Madrid, el cardenal Osoro ofició la Misa de 12.00 por las víctimas del Holodomor a petición de la embajada de Ucrania. Aquella fue la barbarie con la que el estalinismo aniquiló con una hambruna científicamente diseñada a millones de ucranianos. Es difícil saber las cifras exactas porque todavía hoy el régimen de Putin restringe el acceso a archivos de la URSS. Algunos hablan de diez millones de muertos. Pero las investigaciones más fiables cuantifican las víctimas del Holodomor entre 3 y 3,5 millones de ucranianos en el invierno de 1932-1933. La Shoah causó seis millones de víctimas a lo largo de aproximadamente una década. Pero no es menos cierto que aunque el Holodomor se refiere sólo a Ucrania, en esos años y con métodos similares el estalinismo aniquiló a entre 1,3 y 1,5 millones de personas en Kazajistán, lo que representó entre un 33 y un 38 por ciento de los cosacos, a centenares de miles de personas en el Cáucaso del Norte y en las regiones de los ríos Don y Volga, donde la mayor represión afectó al territorio de la República Socialista Soviética de los Alemanes del Volga, aproximadamente de 5 a 6 millones de víctimas, entre 1931 y 1933.

De todo esto no habla nadie. La Misa del pasado domingo en la Almudena tuvo un templo abarrotado, con la naves laterales desbordadas de público. Fue una liturgia espectacular, concelebrada por una docena de sacerdotes de rito Oriental de la Iglesia Católica Ucraniana que fue espantosamente martirizada por los antecesores de Putin. En la ceremonia estaban reservadas las dos primeras filas de la izquierda para el cuerpo diplomático acreditado en Madrid, invitados por el embajador de Ucrania. ¿Saben cuántos diplomáticos dieron la cara por esos millones de víctimas? Uno: el embajador de la Soberana Orden de Malta, Jean-Marie Musy. Sin duda un enemigo que no hace temblar a Moscú. Y al que Moscú tampoco puede infundir miedo porque su verdadero Reino no es de este mundo.

Cada año conmemoramos los seis millones de muertos de la Shoah. Yo lo hago y seguiré haciéndolo. Pero me pregunto por qué nadie conmemora el Holodomor. Por qué casi nadie sabe de su existencia. Y la respuesta es muy sencilla: porque la Rusia de Putin sigue encubriendo uno de los mayores genocidios de la historia de la Humanidad. Y nadie dice nada, no vaya a ser que le inviten a tomar té con polonio.

Ramón Pérez Maura / ABC