Todo recto hasta el amanecer - Alfa y Omega

Todo recto hasta el amanecer

Maica Rivera

Esta primavera Peter Pan no solo vuelve para buscar una madre que le haga la limpieza general de Nunca Jamás. Más le vale al caradura, que los tiempos han cambiado. También regresa para revitalizarse como mito popular con carácter divulgativo en una edición muy manejable del clásico, y, lo más importante, introducida y anotada por nuestra gran peterpanóloga española Silvia Herreros de Tejada, reconocida especialista en el estudio de James Matthew Barrie, quien se mantiene por los años como paradigma del autor eclipsado por su personaje universal.

Dice siempre Herreros de Tejada –y dice bien: con el deje reivindicativo justo– que muy pocos saben del escritor escocés (ni siquiera existe aún biografía en castellano, ¡imperdonable vacío editorial!), pero todos conocemos a Peter Pan. No en vano es el primer héroe preadolescente que ha bautizado incluso ese síndrome de quien se niega a aceptar las responsabilidades que hemos de ir asumiendo con la edad. Más o menos edulcorado por Disney, de todos es archiconocido este cuento para adultos que es el del Niño Eterno criado por las hadas de los jardines de Kensington, que una noche hace aparición en el dormitorio de los hermanitos Darling, encabezados por la encantadora Wendy (según Herreros de Tejada, la auténtica heroína), para hacerles volar hacia el país de Nunca Jamás: «Segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer». Conocer al protagonista no es amarle automáticamente: su egoísmo narcisista es desquiciante (y también su arrogancia: no es que no pueda, sino que no quiere crecer). Pero resulta imposible no caer en sus redes. ¿Cómo no dejarse llevar por uno de los mayores embaucadores de la literatura? Tan embaucador como el propio escritor, que en el famoso capítulo del sacrificio del hada Campanilla para proteger a Peter Pan logra que todos los lectores aplaudamos para salvarla en un hermoso acto de fe originalmente concebido para enardecer a la platea por su origen dramático (en el estreno de la obra, el teatro Duque de York de Londres estalló en una estruendosa ovación para alivio del escritor, sabedor de que la catarsis y derrumbamiento de la cuarta pared aquí eran clave y revelación del éxito o del fracaso).

De la lectura de Peter y Wendy viene aconteciendo que la mayor parte del público se queda en el más básico esquema argumental, de carácter infantil. Pero Herreros de Tejada da las claves para quien quiera ir más lejos, echarle valor y afrontar los claroscuros del relato. Porque hay muchísima tragedia real entre bambalinas, íntimamente ligada a la vida del creador (sobra cualquier interpretación psicoanalítica facilona de corte sexual, todas infames, insoportables y anacrónicas a esas alturas). Como la teoría de que Barrie deja crónica de haber somatizado la traumática muerte de su hermano mayor a los 13 años, idealizándolo; o testimonio de su anhelo de ser padre, lacerado con la historia verdadera de los auténticos niños perdidos, los malogrados huérfanos Llewelyn Davies, de quien se convirtió en tutor, o de la proyección de su sombra en el capitán Garfio, símbolo de su pelea obsesiva contra el paso del tiempo al compás del tictac que anuncia la ominosa presencia del cocodrilo.

Peter y Wendy
Autor:

James Matthew Barrie

Editorial:

Penguin clásicos