Los dominicos buscan artistas de la luz - Alfa y Omega

Los dominicos buscan artistas de la luz

Una exposición del artista coreano Kim En Joong inaugura este jueves O_Lumen. El antiguo convento de Santo Domingo el Real de Madrid se reconvierte para ofrecer un espacio de diálogo entre la Iglesia y el arte contemporáneo. En los nuevos artistas hay «mucha inquietud espiritual», asegura Javier Carballo, director de esta iniciativa de los dominicos

María Martínez López
Kim En Joong posa junto a dos de sus obras: una en cerámica, y una vidriera. Foto: O_Lumen

La primera vocación de Kim En Joong fue la belleza. En 1959, con 19 años, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Seúl. Ocho años después, este joven de familia de tradición budista tomó la segunda decisión que marcó su vida: bautizarse. Con la fe recién estrenada, el interés por el impresionismo, el cubismo y el arte abstracto le llevó a Europa. Poco a poco, comenzó a sentirse cada vez más atraído hacia Cristo, la «Luz que viene a este mundo». En Friburgo (Suiza) conoció a los dominicos, y terminó ingresando en la congregación. Desde entonces, desarrolla el carisma dominico a través del arte y la belleza en el convento de la Anunciación de París. Goza de prestigio internacional, y se le conoce como el artista de la luz.

Obra sin título de Kim En Joong que se expone en O_LUMEN. Foto: O_LUMEN

En su particular predicación, Kim En Joong ha optado por no poner título a sus cuadros, composiciones abstractas llenas de color y equilibrio. No quiere condicionar lo que suscitan en cada persona. Su fascinación por la luz le ha llevado a crear vidrieras para iglesias, catedrales y monasterios de toda Europa. Otro de sus intereses es la cerámica, con la que desarrolla «unas reflexiones muy bonitas sobre el ser humano como arcilla en manos del Alfarero: tierra mezclada, a menudo torturada, que acaba teniendo una forma y unos colores únicos, también con sus grietas. Y, siempre, con un hueco dentro para acoger a Dios».

Un mundo «desconcertante»

El dominico Javier Carballo presenta así al artista elegido para estrenar O_Lumen, el espacio de encuentro con el mundo del arte que la Orden de Predicadores inaugura este jueves en lo que era la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo el Real, de Madrid. El proyecto –explica su director– nace con el objetivo de «renovar la simbiosis entre la fe cristiana y las artes. Esta ha sido muy rica y fecunda en la historia, pero con las artes contemporáneas es un desafío pendiente. Pablo VI, en su famoso discurso a los artistas, ya decía que en el siglo XX la Iglesia y los creadores se habían vuelto la espalda».

Varias iniciativas en los últimos años han tratado de tender esos puentes. En 2019, se prepara en el Vaticano una exposición sobre Andy Warhol. Y sin salir de Madrid, en 2015, la iglesia de los Jerónimos inició el proyecto Postcontemporánea, una sala de exposiciones de arte contemporáneo similar a O_Lumen. Carballo ve este impulso estrechamente relacionado con el Atrio de los Gentiles iniciado por Benedicto XVI, pues «no se puede separar pensamiento y arte contemporáneos».

Obra sin título de Kim En Joong que se expone en O_LUMEN. Foto: O_LUMEN

El responsable de O_Lumen reconoce que el arte actual «es muy plural, diverso, y a veces desconcertante. Puede parecernos que es un cajón de sastre en el que cabe de todo. Otro inconveniente es que ha caído de lleno en los brazos del consumo». Con todo, previene en contra de juzgarlo de forma negativa: «Tenemos el deber de escucharlo, intentar comprenderlo y ver qué es lo que provoca en nosotros».

En su programación, O_Lumen acogerá tanto a artistas consagrados como a aquellos emergentes interesados en la espiritualidad o lo social, tengan o no fe. Sus promotores quieren también suscitar interés artístico en niños y jóvenes mediante talleres que los pongan en contacto con los creadores. Por otro lado, se invitará a pintores o escultores con una identidad cristiana y dominica más explícita, y se abrirá el espacio, que no ha perdido su personalidad como iglesia, para celebraciones religiosas. El objetivo es establecer una comunicación bidireccional: «Entre los artistas vemos mucha inquietud espiritual –explica Carballo–. Con las características de nuestro tiempo, sí; pero hay una demanda de sentido, de luz, a la que tenemos que salir al encuentro. Y los creyentes necesitamos contagiarnos de su creatividad para renovar nuestras formas expresivas».