«Me gusta estar entre la gente» - Alfa y Omega

«Me gusta estar entre la gente»

El Papa se resiste a hacer un balance de su primer año de pontificado; «yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor», dice. Pero los hechos más relevantes de los últimos e intensos doce meses…

Redacción
El Papa, en octubre, durante la peregrinación de las familias por el Año de la fe. Foto: AFP Photo/Tiziana Fabi

El Papa se resiste a hacer un balance de su primer año de pontificado; «yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor», dice. Pero los hechos más relevantes de los últimos e intensos doce meses aparecen en la entrevista publicada, el pasado jueves, por el Corriere della Sera, la cuarta que concede Francisco a un medio italiano, tras las concedidas a La Civiltà Cattolica, La Repubblica (ésta, una reconstrucción de la conversación que mantuvo con el Papa el fundador del periódico, Eugenio Scalfari) y La Stampa.

El director del diario pregunta sobre la franciscomanía. «Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, ir a las parroquias -responde el Papa-. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del Papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que sale de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano…, no se me ha pasado jamás por la mente. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me parece ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Una persona normal».

«¿Ha pedido alguna vez consejo a Benedicto XVI?», pregunta Ferruccio de Bortoli. «Sí, el Papa emérito no es una estatua en un museo. Es una institución. No estábamos acostumbrados. Hace 60 o 70 años, el obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio. Hoy es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero, y tal vez haya otros. No sabemos. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Lo hablamos y decidimos juntos que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia. (…) Su sabiduría es un don de Dios. Alguno habría querido que se retirase a una abadía benedictina lejos del Vaticano. Yo pensé en los abuelos que, con su sabiduría y sus consejos, dan fuerza a la familia y no merecen terminar en un asilo».

Sobre las reformas que ha impulsado, Francisco reconoce que, hace un año, él no tenía «ningún proyecto de cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, este traslado de diócesis. Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales durante las diversas congregaciones».

La familia es otra prioridad del pontificado, con dos próximos Sínodos sobre este tema. «Es un largo camino que la Iglesia debe completar, un proceso querido por el Señor», dice el Papa. La institución «atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes se casan poco. Hay muchas familias separadas», los hijos «sufren mucho», y «nosotros debemos dar una respuesta». El Papa quiere un debate a fondo en la Iglesia. Uno de los puntos que abordó el cardenal Kasper en el consistorio celebrado los días 20 y 21 de febrero, fue el de los segundos matrimonios. «Me habría preocupado si no hubiera habido una discusión intensa; no habría servido de nada -afirma-. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron muchos puntos de vista distintos, que enriquecen. Las confrontaciones fraternas y abiertas hacen crecer el pensamiento teológico y pastoral. De esto no tengo miedo; es más, lo busco».

Habla también el Papa del escándalo de los abusos sexuales. «Son tremendos, pues dejan heridas profundísimas». Ahora bien, «Benedicto XVI fue muy valiente y abrió un camino. La Iglesia, siguiendo ese camino, ha hecho mucho. Tal vez más que nadie». Y, a pesar de ello, «es la única institución pública atacada».