Una Iglesia que impregna la vida - Alfa y Omega

Una Iglesia que impregna la vida

Tras ordenar a 16 nuevos sacerdotes y ante la fiesta del Patrono de Madrid, san Isidro, nuestro cardenal arzobispo era entrevistado, en COPE, por don Javier Alonso Sandoica:

Javier Alonso Sandoica
El cardenal Rouco presidió, en la ya basílica de la Concepción, de la calle Goya, la celebración del centenario de su dedicación

Ya tenemos nuevos presbíteros para la archidiócesis de Madrid: las manos de Cristo, los pies de Cristo, las palabras del Señor para anunciar el Evangelio…
Además, lo recordamos en un domingo en que la Iglesia lo vive como la presencia actualizada y siempre fecunda del Buen Pastor. Por lo tanto, 16 nuevos sacerdotes son 16 hijos de la Iglesia que se van a poner a disposición del Buen Pastor para que ese pastoreo del Señor llegue a todos, a través de la Palabra, de los sacramentos, del testimonio de la caridad; en fin, que hacen presente al Buen Pastor de una manera especialísima y específica. Sin ellos, sin los sacerdotes, el Buen Pastor no llega al hombre y no puede construir la Iglesia. Ésa es la importancia de la ordenación de los 16 sacerdotes, el pasado 3 de mayo; y en julio, si Dios quiere, ordenaremos a otros dos sacerdotes más.

Ante la fiesta de San Isidro, la ermita del Santo acoge este año un programa elaborado por la Vicaría VI: tenemos nuevos sacerdotes y el día que evoca la santidad de san Isidro.
Así es, para poner de manifiesto esa realidad viva de la Iglesia en la ciudad de Madrid, en la comunidad humana de Madrid, que con sus pastores, los obispos, los sacerdotes, impregna la vida con la verdad del Evangelio, con la esperanza de la Salvación, que sana y que cura, y que da gozo y esperanza; pastores que son también testigos y vehículos del amor cristiano, el que actúa, hace obras de caridad y transforma la realidad de este mundo. Un hijo preclaro de la Iglesia en Madrid, de la historia de esa Iglesia que ha acompañado siempre a su ciudad y a sus ciudadanos hasta hoy, haciendo presente al Resucitado como el Buen Pastor, es san Isidro Labrador, y su mujer, santa María de la Cabeza. Eran un matrimonio cristiano de la primera hora de la historia de fe, incluso de la historia humana de Madrid, y si uno se apura al precisar el adjetivo humana, hay que decir de la historia social y política de Madrid. Es el arranque del segundo milenio de la historia de Madrid el que está marcado por esa figura luminosa de un sencillo labrador, Isidro, y de una mujer también sencilla, hija de familias labradoras de aquel Madrid que estaba saliendo de la dominación musulmana y comenzaba a vivir su historia eclesial en plenitud y, por lo tanto, una historia de santos y de santas que llega hasta nuestros días.

En su último pleno, el Ayuntamiento de Madrid ha concedido la Medalla de Oro a Cáritas diocesana, que va a ser entregada, además, el día de San Isidro. Se ve hasta dónde llega la vida de la Iglesia…
Efectivamente. La vida de la Iglesia a través de la red parroquial, Cáritas diocesana la hace realidad concreta, viva, próxima, y la hace efectiva en todo Madrid. En unos lugares, esta presencia de Cáritas es como más necesaria, sobre todo en los aspectos de la pobreza material, pero también de la pobreza psicológica y humana; y en tantos otros se ve y se nota en la impregnación del amor cristiano que viven las familias, el barrio. Yo mismo, ayer estaba en una de las nuevas parroquias erigidas en Madrid, en la Comunidad de Madrid, en San Sebastián de los Reyes, dedicada al Beato Manuel González, donde se ve cómo la parroquia, la comunidad está formándose en torno y desde la realidad de familias jóvenes, con niños, y dándole un toque de especial humanidad a todo el barrio, que está creciendo de una forma muy pujante y dinámica.

Una fecunda red de caridad

Ésa es la realidad de Cáritas diocesana, realizada, sobre todo, a través de la red parroquial, y también de asociaciones y de grupos de católicos, de consagrados, de consagradas, especialmente de consagradas, y naturalmente también a través de muchas familias cristianas. Esa Cáritas necesita un impulso desde la diócesis, el impulso del obispo a través de la organización diocesana, del director, del equipo de responsables que actúan dirigiendo y coordinando toda la labor de Cáritas, incluyendo obras específicas de amor cristiano, para elevación del hombre, sacándolo de esas situaciones de descarte y de exclusión de las que habla tanto el Santo Padre. Lo venimos haciendo desde hace años, y se viene haciendo con mucho fruto y con mucho apoyo de todos los católicos de Madrid. Porque Cáritas diocesana y su servicio, a través de la red parroquial, funciona con miles de voluntarios, de las parroquias, de las asociaciones, y también con la ayuda económica y con la oración de muchísimos fieles de Madrid, de toda condición y de toda vocación. Así que es un buen día, el de San Isidro Labrador, para recordar que la santidad, cuya esencia existe en la perfección de la caridad, sigue viva en Madrid.

Por cierto que, en Madrid, la visibilización de nuestra fe católica se da en nuestros templos y sus comunidades cristianas. Celebramos estos días el primer centenario de la dedicación de la iglesia de la Concepción de Goya, ya con el título de basílica.
Efectivamente, este domingo, 11 de mayo, con la celebración de la Eucaristía, muy solemne, se conmemora el primer centenario de la dedicación de la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, en la calle Goya. La parroquia había sido erigida una treintena de años antes, y dentro de la historia de la Iglesia en Madrid y de su presencia cristiana, evangelizadora, se ve ya cómo hacía tiempo, desde que la diócesis se erige, en el último tercio del siglo XIX, el dinamismo pastoral, evangelizador, de la Iglesia había comenzado y se ha desarrollado a través de esos 150 años con una gran fuerza. Muestra clara es esta parroquia de la que celebramos y conmemoramos su primer centenario. Era una zona de Madrid, el barrio de Salamanca, que se estaba haciendo.; más allá no había ciudad, había campo. La Iglesia seguía, y siguió todos estos años, el ritmo de crecimiento de la comunidad humana que forma la ciudad y la ha acompañado siempre hasta hoy mismo. Hoy mucho, y de una manera muy notable, en las zonas periféricas de las nuevas urbanizaciones, a través de las nuevas parroquias que estamos creando.